174- ¿TROPEZARÉ EN LA MISMA PIEDRA?. Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de la provincia de Burgos.
En mi adolescencia había un programa educativo en televisión sobre el tema de la conducción y el tráfico, dirigido por Paco Costa y titulado "La segunda oportunidad". En él simulaban, rodándolo, un accidente con coches viejos... luego daban marcha atrás al film como en la moviola de fútbol y los presuntos penaltys... y luego rodaban de segunda vez la escena desde inicio explicando qué hacer y cómo actuar ante ese mismo peligro para evitar el tortazo... y se evitaba... por supuesto. A mí aquello me llamaba poderosamente la atención y me preguntaba: ¿Y si pudiéramos siempre dar marcha atrás en todos los sucesos de la vida cada vez que quedamos descontentos con el desenlace? ¿Y si siempre hubiera una segunda oportunidad? Ya por aquel entonces pensaba que aquella magia de la segunda oportunidad para la vida era una estupidez mayúscula y carecía de sentido en la realidad del camino de vivir. Nos íbamos a equivocar aún más de cuanto ahora nos equivocamos sabiendo que siempre tendríamos una segunda oportunidad para enmendar errores. Es más, nos equivocaríamos incluso adrede, solamente para acumular experiencias.
Aunque parece indudable que difícilmente podremos hallar en nuestro caminar dos piedras iguales, en sentido figurado resulta muy cierto lo de "que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra". Esta teoría podría suceder así porque el ser humano paradójicamente razona, siendo capaz de convertir el más fácil de los posibles razonamientos de tal tropezón en una sinrazón para estar alerta en futuras ocasiones similares. Antes de explicar mi dicho de difícil entendimiento, dejadme aclarar a cuento de qué lo escribo:
Hacia mediados de mes de julio, como una de tantas tardes, estaba trabajando en mi ordenador. Aunque no oí truenos ni vi relámpagos, por el oscurecido cielo visto a través de los cristales de mi ventana pude sospechar que existían. Sin pensar, "pensé" que aquello no iba conmigo y carecía de identidad para detenerme en mis quehaceres. Casi una hora más tarde, recordé que por televisión transmitían el partido de fútbol del Burgos en su promoción de ascenso. Pensé que era una buena oportunidad para descansar cambiando de actividad. Sin cerrar programas ni desconectar de internet, apague el monitor y encendí el televisor. Al ver la ventana del salón más de frente, pude observar que efectivamente en el exterior estaba relampagueando. En mi subconsciente, mientras veía el fútbol, pasaron a toda velocidad las escenas del chiste narrado en la lista de correos hace días por Javy: El angelito del hombro derecho diciendo: "apaga el ordenador por si acaso se estropea".... y el puto diablillo del hombro izquierdo diciendo: "déjate de apagar... la cosa no es tan grave... así, cuando acabe el partido tendrás todo en marcha con sólo encender el monitor". ¡La puta que lo parió, le hice caso al último bichito! Minutos después, con un estruendo horrible, todo se iba al carajo: ¡La fuente de alimentación y el módem quemados! ¡10 días en paro por avería! ¡Y total no apagando iba aventajar cinco minutos escasos! ¿Aprenderé? ¿Tropezaré otra vez en la misma piedra?.
Antes me expliqué de forma un tanto enrevesada achacando paradójicamente a la capacidad de razonamiento del ser humano su torpeza para sacar conclusiones y en apariencia tropezar con las mismas piedras. Salvo que ya he puesto en duda la existencia en nuestro caminar de dos piedras iguales, tendríamos que preguntarnos si el ser humano es consciente de sus tropiezos en la vida. Yo diría que no. Por una parte tenemos como un instinto de autoprotección que busca culpables si hay necesidad de exculparnos a nosotros mismos. No hay límites, cada cual fabrica y se cree sus propias versiones por más peregrinas que puedan parecer a oídos de un tercero. Por otro lado hay una infinidad de sinos para que cada cual escoja el nombre que quiere ponerlo: mala jugada del azar, designios del destino, voluntad de Dios, etc. Pero, obviamente, está clarísimo: no es posible prevenir un presunto segundo tropezón sin ser consciente del primero.
Curiosamente hay otra forma, mucho más imbécil y de motivos más innobles, de prescindir de esta segunda parte, digamos de la posible influencia al menos en parte del azar. Sin embargo, aquí varía el punto de vista. No se usa para culpar con el fin de disculparse, sino, por el contrario, para acusar con objeto de derribar a otro. Me refiero a cuanto sucede en política y en este "menos malo de los sistemas", llamado democracia. Cada vez que ocurre algo, en lugar de buscar en unión soluciones que satisfagan al ciudadano, se levantan las espadas y se pide cortar cabezas y depurar responsabilidades, que o no existen, o es tan imposible hallarlas como una aguja en un pajar. Total, no pasa de desgastar al rival y una lucha descarada por el poder. Y se equivoca quien pretenda ver en mis palabras críticas partidistas. ¡Qué palabreja: oposición! Lo peor es que la palabra está tomada al pie de la letra. Quienes ostentan hoy el poder ayer estaban en la oposición, y viceversa... y mañana cambiaran de nuevo. Por tanto, aquí no hay crítica partidista, sino al sistema.
La última caída en España en este aspecto es el accidente en Turquía de un avión donde han perecido 62 soldados que regresaban de misión de paz en Afghanistán. Y la oposición en vez de lamentar las dificultades climáticas del aeropuerto, achaca el incidente al mal estado del avión y va a directamente a lo suyo que es pedir cortar cabezas o depurar responsabilidades, que es lo mismo, con aviesas intenciones, puesto que es obvio que una subcontrata de la OTAN no pueden hallarlas... pero ¡arma ruido que algo queda!.
Y por mi parte lamento el accidente y expreso mi condolencia a los familiares de la víctimas. No obstante, no es lo mismo estar el avión parta el desguace que tener una técnica menos desarrollada que la occidental. Claro que estos chicos de misión de paz merecían lo mejor, pero también todo el mundo (y mira que hablo desde la enfermedad y la minusvalía) nos merecemos lo mejor: mejores carreteras, mejor red ferroviaria, mejores hospitales, mejor atención médica, etc.
A principios de la década de los 60 o últimos de los 50 empezaron a aparecer por estos minifundios de Castilla los primeros tractores. Los primeros fueron importados: Lanz y Fordson... y eran bastante caros. Luego lanzaron tractores españoles: Barreiros y, sobretodo, Motor Ibérica lanzaba sus SuperEbro-55 y, posteriormente, el Ebro-160. Motor Ibérica en los años siguientes llegó prácticamente a casi suponer el 90 % de las ventas de tractores en Castilla y en España.
En 1966 en mi familia compramos un Ebro-160. Costaba 307.291 pts. Antes de que le dé un ataque de risa a nadie por tan ridícula cifra, debe saber qué significaba ese dinero en aquella época y qué suponía para clases sociales recién salidas del autoconsumo... incluso de fabricarse el pan en casa. O sea, que el único e imprescindible medio para adquirir un tractor era ir al banco y llevar un par de vecinos o tres que avalaran el préstamo hipotecando incluso sus propias fincas. Y por eso a menudo, para mejor amortizar el capital, se formaban minicooperativas familiares o vecinales.
El Ebro era una mierda de tractor, pienso yo: sin técnica y blandito, pero era asequible y rápido para obtener piezas de repuesto desde Barcelona. Era totalmente imposible desde el punto de vista económico tocar una marca de importación... y las había... Deutz por ejemplo, que compraban agricultores con buenos medios económicos.
Cambiamos de tractor en 1973: compramos un Ebro-684. Tenía 6 cilindros y más potencia que el 160, pero era Ebro... ni por asomo podía competir en calidad con las marcas norteamericanas, inglesas, o alemanas. Era el bastante menor precio la causa del éxito en ventas de esta marca nacional.
Poco después, venían importados unos tractores de los países entonces comunistas de la Europa del éste. Cuando les veías te enamorabas... más volumen... más potencia... menos pecio: Ursus, y Zetor ¡Y un jamón! Resultaron un fiasco: faltos de técnica y calidad y dificultades o lentitud para conseguir piezas de repuesto.
Luego compramos la máquina cosechadora, una IASA, en 1975. Más de lo mismo. Era la única marca española en el mercado. Estaba fabricada en Huesca por Industrias Albajar S.A. En técnica y calidad quedaba a años luz de otras marcas importadas (pero también en precio, muy a la baja), como Claas, o Clayson.
En 1977 adquirimos un Ebro-470. Y poco después una empacadora Batlle-262... también nacional... otra vez el mismo cuento...de Gerona.
En 1981 compramos, o compré (estaba a mi nombre), un JonhDeere-3140. Era fabricado en Getafe (Madrid) con técnica y capital de USA. Así es, como lo cuento: ¡supe lo que era la técnica y calidad en un tractor!... pero la vida lo trae así... son cosas de los tiempos y de las posibilidades económicas... yo no reniego de los Ebros ni de la IASA ni de la Batlle. Por cierto, Motor Ibérica, Industrias Albajar, y Batlle han cerrado, la tres. Hoy no hay tractores ni cosechadoras ni empacadoras de técnicas puramente españolas, aunque la mayoría, a diferencia de antes, se fabrican aquí.