209- ENGANCHADO A LA NORIA. Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich.

Mi pareja, en típica expresión asturiana, me llama "cabezonín". En nuestro castellano, la palabra "cabezón" tiene múltiples significados: positivos y/o negativos. Podría verse significando tenacidad y constancia para llevar los planes adelante. Sin embargo, la mayoría de las veces usamos el vocablo en un sentido claramente despectivo, en definición de una persona poco razonable, con la que es imposible tratar o discutir. Nadie podría ser juez de sí mismo, pero no creo tener gran cosa de esa definición peyorativa. Por otra parte, en tales terrenos, como en tantos otros, algunos puestos de actualidad por el maeketing político, no existe hitos que marquen líneas de referencia. ¿Que es ser dialogante, por ejemplo? ¿Ser un veleta sin ideas propias, dispuesto adoptar las del de cualquiera? Creo tener convicciones propias susceptibles de reforma, pero no de cambio drástico.

De todas formas, la ataxia, al igual que otras circunstancias de la vida, puede falsear la visión del enjuiciamiento. Tal vez, se tenga de mí un concepto, a través de la listas de correo, que no refleja la realidad. No es lo mismo una comunicación hablada que una escrita. La segunda permite pensamiento detenido antes saltar con la respuesta. Esta posibilidad de meditación, en pro, te hace aparecer más educado y menos vehemente. Pero, por el contrario, puedes parecer más incisivo, al haber tenido tiempo de buscar los puntos débiles de la exposición del otro dialogante. Ahí se añade el normal amor propio (lo contrario sería signo de enfermedad psicológica) de buscar quedar, ante el grupo, como un auténtico señores, puliendo y repuliendo la contestación escrita. Al coctel, se une la soledad impuesta por las circunstancias personales derivadas de la enfermedad. Lo cual hace que uno discuta hasta del sexo de los ángeles, dandole apariencias de "discutón"... cuando, en realidad, el sexo de los ángeles le importa menos que un rábano. Y en este punto recuerdo, y quiero reseñar, haber pasado por etapas distintas y hasta opuestas... marcadas por el momento psicológico que, entre otras cosas, produce el padecimiento de la enfermedad. Mientras en unas épocas estás con la moral por los suelos, y pasas absolutamente de todo lo que digan...en otras te plantas, y sacas cara para opinar.

Mención aparte merecen los aspectos típicos de la ataxia. El más grave es que la pérdida de facultades físicas, algunas tan llamativas como el fuerte deterioro de voz, como borracho (disartria), a más de necesidad de silla de ruedas y posible deformación física, implican cierta tendencia a que los demás, a primera vista, te consideren como deficiente mental. Y aquí, otra vez el estado psicológico: unas épocas pasas... y otras, te coges un cabreo monumental. Que dicho sea de paso, no sirve de n'a... ¡No sirve de n'a! (cantaba Peret, allá por mis años mozos)... salvo para dañarte a ti mismo. ¿La falta de energía? Sí, mi familia a veces, me llama cabezón. Y es que en dos minutos de discusión, estoy más acalorado y agotado que los corredores tras los 40 kilómetros del maratón. Y te sueltan: "¡Hay que ver cómo te pones por una cosa de nada!". Y ya el déficit auditivo es el no va más. Te acusan de gritar... cuando hace cinco minutos que te han dicho que hables más alto, porque si no, no te oye ni el cuello de la camisa. ¿Y dónde encuentro yo el botón modulador de mi tono de voz?.

Suelo definirme como hiperactivo. Lo cual no es cierto. Es, simplemente, una forma de acotar una larga explicación a una sola palabra. Nada tengo que ver con los niños hiperactivos... incapaces de estar tres minutos en el mismo sitio. La vida te lleva ser así, o de la otra manera... con un corto margen de maniobra. Me sacan de quicio los pseudopsicólogos artículo-predicadores cuando dicen que cada uno es lo que quiere ser. Es necesaria cierta ambición marcándose objetivos, pero sin romperse los cuernos. La paz interior es conformarse con la situación habida en la vida, y no crearse prototipos a desear. Es infinitamente más peligroso un deseo de lo imposible que el conformismo... que no es malo, siempre que no implique abulia o dejadez... pero eso tiene otros nombres. Y, por miles de razones que hoy no vienen cuento, me metí y/o me metieron por el camino de la actividad excesiva como terapia para huir de mis problemas físicos y psicológicos. Y funcionó. Pero se convirtió en "droga". Hoy soy víctima y verdugo de mí mismo... incapaz de salir. Que nadie ose aconsejarme que vaya más despacio, porque le espetaría un: "¡¿Y cómo puedo hacer yo eso?!".

En el campo, la llegada de los tractores y demás maquinaria agrícola fue una época de infarto en el trabajo. Quizás nunca pueda ser imaginada por "críos" en el Gobierno (que permiten y regalan porcentajes, que no son de ellos, en estatutos) y, probablemente, nunca han llegado a experimentar lo que es pasarlas putas. Recuerdo aquí que hasta casi 1980 el trigo estuvo en monopolio estatal. Es del todo erróneo pensar que la maquinaría (tractores y cosechadoras) alivió el trabajo. Nada mas lejos... acuciados por la devolución de los prestamos, multiplicábamos mediante arriendos, por 10 o por 20 la superficie a cultivar... además de tener que reforzar la actividad con explotaciones ganaderas... y "para no tener tiempo libre" y ahorrar un duro (que no tenías), te metías a construir tus propias naves agrícolas. No había respiro... ni horarios... ni sábados, ni domingos.

Aunque me costó, por motivos evidente de mi preataxia, había aprendido a repartir el nitrato a la antigua usanza: una sembradera al hombro y, a cada paso, lanzar un puñado de nitrato... derecha... izquierda. Obviamente tenía muchas dificultades. No podía cargar mucho peso. Pero, sobre todo, no podía pararme. Con un paso equilibraba el error de desequilibrio, por la ataxia, en el anterior. Íbamos "por manos", y el del corte hacía marcas en el suelo con los pies. Yo no podía marcar... iba siempre en el interior. Y si estaba sólo, ni marcas ni leches... a ojo de buen cubero.

Teníamos arrendada una especie de pradera, que daba frutos excelentes cuando el invierno era seco, pero si la estación invernal era lluviosa, se perdían las semillas. Eso ocurrió aquel año. Mi padre un día, ya de abril, me dijo: "Mañana vamos a Burgos. Cuando acabes de cuidar las vacas y de almorzar, carga en el tractor tres bolsas de nitrato (150 Kg), y lo repartes en aquella finca. El trigo se ha perdido, pero ya segaremos la hierba para forraje de los animales".

Dicho y echo. Temí que podría hallarme barro, y me calcé unas botas de goma, hasta la rodilla. Eran de mi padre, y me estaban bastante grandes, pero no importaba. Fui. La finca lindaba a un camino. Descargué (aun podía cargarme 50 kilos a la espalda) a ambas puntas, para no tener necesidad de cargar mucho la sembradera. Comencé la faena. Ya llevaba realizados dos tercios de la labor... era coser y cantar... cuando noto que empiezo a hundirme... y, al no poder moverme, caigo de culo. Intento salir, pero sólo consigo sacar el pie de la bota (he dicho que me quedaban grandes) completamente enterrada. La única solución parecía ser abandonar la sembradera y la botas, e irme de allí descalzo y a gatas. Pero eso me parecía demasiado drástico. Ya estaba completamente agotado tras varios intentos por salir... sentado en el barro, y con el culo mojado. De sentado vacié la sembradora lanzando el nitrato tan lejos como podía... mucha cantidad en poca extensión... "¡a la puta mierda... ojalá se queme!", me dije, cabreado. Por fin pude salir. Repetí la tirada por lo más sano de la finca, hasta quedarme sin nitrato. "¡Cosa hecha!", pensé.

Lo que no estaba en mis cálculos es que llegaba tarde a casa... mi padre había regresado de Burgos... y al verme de barro hasta lar orejas, me gritó: "¡¡¡Es que tú eres tonto!!! ¿¿ No sabes regresar, y decir que eso no puede hacerse??".

SE VE QUE NO SÉ DECIR LO DE NO PUEDE HACERSE... y esa sigue siendo aún hoy mi tónica: agachar la cabeza, y tirar p'alante. Eso... sí, eso... como un burro enganchado a una noria, dando vueltas sin parar, y sin llegar a ninguna parte. Ni el burro sabe hacía dónde camina, ni que saca agua... ni yo sé que saque nada, ni tampoco adónde voy... corro, para seguir corriendo mañana.

Vale ya de tanto rollo para presentar mi última y gigantesca "obra". Lo de "obra" va entrecomillado, porque pirateo todo cuanto puedo, y un poco más (tal vez tenga una "rueda" de palo). Se trata de 600 archivos PowerPoint's de humor. Algunos archivos son propios, otros pirateados y adaptados a unos premisas que yo me he autoimpuesto: fondo blanco, letras en colores en contraste (un color para cada dialogante), colorido clipart (nada de fotos), un dibujo por diapositiva, y sin música (que agrandaría los archivos... ¡que además soy sordo!). Son 600 temas... 190 megas... más de 4.000 diapositivas... y otras tantas imágenes clipart,. ¡Ojalá sea de vuestro agrado!. Son gratis y sin publicidad... pueden bajarse... enviarse... y/o modificarse adaptándolos a la ideas del interesado, si éste lo creyera necesario. No tengo derechos de autor, ni maldita la gracia que me haría tenerlos.¡Solamente soy un "bicho raro" en un mundo extraño!.

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