213- CANON DIGITAL. Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich, de la provincia de Burgos.

Pienso que todos estamos hastiados de política. El tema da para demasiado juego en los medios de comunicación. Nos meten política hasta en la sopa. Y ya estamos saciados de tan empalagosa substancia. Pero más, o quizás confundiendo conceptos, lo que nos harte no sea la política, sino la forma de hacer política: O sea, los políticos, esos señores empeñados en dar lecciones, a quienes la voz del pueblo, esencia de la democracia, en forma de encuestas del CIS, nunca aprueba... a lo más, alguno, muy raramente, llega al raquítico cinquillo rapado. Y, lo peor, ellos sin querer enterarse. Y, por ende, sin intentar esmerarse. Cada vez estoy más de acuerdo con las definiciones humorísticas, al respecto, de Grucho Marx. Veo a los políticos como creadores de problemas que luego fingen resolver, o estar arduamente trabajando para resolverlos.

Y en mi hastío, me pregunto a quién coño le interesa el 90 por ciento de "las batallitas" libradas en el Congreso y/o en el Senado. Posiblemente, yo esté equivocado, y las penosas circunstancias en que transcurre mi vida (soy enfermo degenerativo) me hayan llevado a un total pasotismo político, Y sí, puede ser muy cierto... tal vez eso haya llevado mi desinterés político a un punto extremo. Sin embargo, mi caso no valdría para desestimar mis impresiones. Algo, o mejor mucho, hay. ¿Qué político ha llegado al 6 en las encuestas, voz del pueblo? ¡Ninguno!.

Por mi parte, paso casi del todo de las discusiones políticas del Senado y del Congreso. Y paso, no sólo por desinterés, sino también por no llevarme mal rato. En mi situación de enfermedad, me creo exento de politiqueos, y me apetece más un poco de humor. Y cabreo, porque (debo de tener en el inconsciente una vena de vocación docente) enviaría a "sus señorías" al pasillo cada dos por tres... por no decir liarme a cachetes... que eso ya no se lleva. Entre niños y políticos, prefiero "la sensatez" de los niños. En cualquier caso, a lo que me refiero, es a que prima el interés del partido sobre el teóricamente prioritario bien del ciudadano, y hasta lo conocido como sentido común, amén de la gilipollez de los mítines, y la carrera de promesas electorales. Me parece todo un circo... con mi sincero respeto a los payasos del espectáculo circense.

No obstante, dado que los medios de comunicación nos meten la política hasta en la sopa, hay temas del debate que me suscitan un poquito más de interés por afectar levemente a mi forma de vida. No, no estoy hablando de la Ley de Depedencia. Ése sería un tema que me afecta sobremanera, como a todos los lectores de este boletín. No me siento capacitado para hablar de esa cuestión. Me refiero a otro asunto irrelevante. En realidad, tampoco me siento apto para hablar del "canon digital", pero es un asunto del todo intranscendente, donde se pueden decir verdades, o bien burradas, sin correr los riesgos de ser sentado en el banquillo ni de herir susceptibilidades de gente de a pie.

Las circunstancias de mi vida (atáxico, silla de ruedas, mala audición, población de 40 habitantes, clima frío para un paciente de ataxia, etc.) me llevan a pasar (sin oficio ni beneficio) más de la mitad de mi vida entre dos torres de ordenador, con una pantalla (monitor) como única ventana al mundo. O sea, para uso, o para cambios de equipo, tengo sujetos a dicho gravamen las memorias de dos discos duros, la memoria de una cámara digital, una memoria portátil, una grabadora, dos reproductores, y una veintena de CD's que puedo usar anualmente, y un teléfono móvil. Para evitar malentendidos no estoy enganchado a Internet. Para vergüenza de politicastros, aquí, como en otros sitios, aún no disponemos de ADSL... y además de bloquear el teléfono fijo familiar (que propio no tengo) con el uso de internet, la conexión lenta es más lenta "que el burro del malo". Digamos que sólo soy "un condenado", muy a mi pesar, que saca pecho y se entretiene como puede.

Creo ser una persona desprendida... sin ningún amor por el dinero. Aunque pudiera parecer que me estoy colgando una medalla de mérito, no lo es. Son enseñanzas de las putas circunstancias de mi vida. Cubiertas las necesidades elementales, ¿de qué me sirve el dinero? De nada. ¿De qué me quejo entonces? De nada también. Aplicado tal canon a la compra y cambio de mis dispositivos digitales, calculo que apenas me supondría unas decenas de euros anuales. Y yo daría, gustoso además, mis decenas, o centenas, o hasta (apretándome el cinturón, aunque, por las circunstancias de mi vida, ya no tiene más ojales) llegaría al millar de euros anuales, vía directa, o vía canon, a cualquier persona o colectivo necesitado, pero estos de la SAGE no tienen precisamente pinta de menesterosos, sino todo lo contrario. Ya se que los "susodichos" me dirían que la pasta del canon no es para ellos, sino para apoyar proyectos culturales. Y sí, vale, me lo creo, ¿pero por qué he de contribuir yo (el último de la fila económica) con mi decena de euros a que "estos tíos" vayan de buenos por la vida.

El señor diputado me explicará que tal canon es una compensación por el efecto piratería. Y, sí, señor, la piratería es muy mala cosa, pero existe la ley. Y yo no sólo acato la ley de derechos de autor, sino que también la aplaudo. Y dicha ley es muy clara: los tales derechos de autor solamente se vulneran si se hacen copias con fines lucrativos... o, sin fines lucrativos, no se cita la autoría. Por tanto, afíxiese a los ilegales, pero que no se fría a quienes no rompemos los platos. Está bien, lo admito, el fenómeno piratería pudiera darme un aldabonazo en la conciencia, hasta el punto de eliminar mi texto, pero mis dudas se van al carajo cuando me miro a mí mismo con relación al canon digital. Vamos a ver: una copia hecha para fines privados (no lucrativos) no es considerada piratería. No hace falta decir, que en mi caso, de piratería nada de nada. Uso las memorias para mis datos personales. Únicamente "pirateo" software (por llamarlo así, que no es piratería, por ser uso privado no lucrativo). Sr. Diputado, acaso ustedes contemplan dar uno solo de mis decenas de euros a los creadores de software (que también, como autores, tendrían derecho)? ¡No! No me lo creo ni aunque me lo jure. Va todo para los guaperas de la SGAE. Y pregunto, por preguntar, ¿qué clase de agradecimiento les están pagando con el dinero de los ciudadanos? ¿Se trata de algún apoyo manifestándose en ciertas ocasiones, por ejemplo? Y ya que me cobren un canon por la memoria de mi cámara digital raya en la locura. ¿Seré paparazzi? ¿Qué derechos de autor? ¡Si ni siquiera soy capaz de enchufar, por mí mismo, la cámara para descargar las fotos privadas!.

Y no creo que la SGAE represente a nadie, salvo a los guaperas de la élite. Contaré una anécdota de hace diez días. Cristina envío a nuestra lista de correos un texto humorístico de cierto autor. Yo, sin pedir permiso a nadie, hice un archivo .pps, y lo colgué en la red. El sobrino del autor, navegando, se ha topado con dicha creación .pps . ¿Y qué nos ha dicho? Nada de broncas, ni nada de petición de canones, al contrario: "Gracias por difundir la obra de mi tío". Así de sencillo.

Y ya a uno se le subleva el alma cuando ve que alguien se apropia de vocablos comunes a todos los seres humanos. ¿Cultura? Todos hacemos cultura, aunque por razones marcadas por la vida, no hayamos podido aprender a hacer la "O" con un canuto. ¿Artistas? Todos somos protagonistas de nuestra propia existencia. ¿Intelectuales? El intelecto es característica especial humana. ¿Pensadores? ¡Coño!, recuerdo que en una ocasión le dije a una psicóloga que intentaba repara mis desajustes mentales: "Me gustaría ser tonto para no pensar y darme cuenta de lo que me está pasando". Y me contestó: "No, Miguel. Eso no es así. Hasta el más tonto tiene momentos de lucidez para pensar". En fin, de todas esas cosas, cultura, artistas, intelectuales, y pensadores, como de músicos, poetas, y locos, todos tenemos un poco.

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