Negros nubarrones en el horizonte.



Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich.

Sumario: 66- Experiencias. 67- ¿Está en peligro la familia hoy?. 68- Feminismo. 69- Libertad religiosa & libertad en la Iglesia. 70- "El pedreso".



66- EXPERIENCIAS

(Publicado en Diario de Burgos, firmado solamente con la letra "M", el 31 de marzo de 1995).

Hace pocas semanas, la Organización no gubernamental "Manos Unidas" (precioso nombre para su fin) hacía una campaña solidaria para recaudar fondos destinados al desarrollo del Tercer Mundo. Y, con ese objetivo, llamaba a nuestro corazón un poco más fuerte que de costumbre. Ante esta llamada, cada persona se desprende de su dos, o tres. ¿Mucho, o poco? Eso es personal. Cada uno da lo que le dicta su conciencia de acuerdo con sus posibilidades económicas.

Al hilo de esta clase de peticiones, se oye el comentario de siempre por parte de algunos desconfiados que cuestionan el destino de ese dinero:

- Yo daría... si supiera que de verdad ese dinero llega a los pobres que pasan hambre.

¿Quién no ha oído frases parecidas a ésta? Yo, personalmente, no dudo de "Manos Unidas", ni tampoco de ninguna otra Organización no gubernamental. No se puede dudar de la honradez de gestión de personas altruistas sin ningún afán de lucro. ¡Ojalá funcionasen así los Gobiernos! Sin embargo, desligándolo de "Manos Unidas" y de cualquier otra Organización no gubernamental, el comentario de la duda sobre la llegada a su destino de este tipo de donaciones, existe en algunos individuos. ¿Llegará la ayuda a los pobres? Contra esta duda, contaré mi experiencia:

Leyendo un periódico (no importa cuál), encontré en él una página misteriosa. La he buscado entre mis viejos periódicos, pero no la he hallado. Por tanto, he de hablar de memoria. Más o menos, en esa hoja se decía lo siguiente: "Si quiere vivir tranquilo, no lea esta página". ¡Caray! ¡Claro que quiero vivir tranquilo! Pero, me picó la curiosidad. Supongo que eso se buscaba con la advertencia. Y me quedé leyendo.

En aquella página se decían cosas que sabemos todos, como éstas: "Cada dos segundos muere un niño de hambre". "Las dos terceras partes de los habitantes del mundo están malnutridas". "100.000 personas mueren diariamente de hambre". "En el mundo, el 20 por ciento de la población posee el 80 por ciento de los bienes". Y demás palabrería. Y digo palabrería, porque lo sabemos todos. La misma televisión, que nos ha llamado la atención en el problema del hambre con duras imágenes, sin ser su intención, ha endurecido nuestro corazón. Comemos con un ojo en la tele y otro en el plato. Y si vemos imágenes sobre el hambre, por desgracia, seguimos comiendo como si aquello no fuera con nosotros.

Lo leído hasta aquel momento no fue capaz de moverme. Sin embargo, una frase sí consiguió dar un aldabonazo en mi conciencia: "Con 70 pesetas diarias puede salvar la vida de miles de niños". ¿70 pesetas...? Si es lo que gastamos en medio café, en una copa que fastidia nuestro estómago, en media caja de tabaco que perjudica nuestra salud, en un pastel que nos engorda, etc., en miles de cosas superfluas. A esas palabras no pude resistir. Cogí un bolígrafo y rellené el cupón para solicitar información.

Me informaron amablemente. Había tres vías para colaborar: Dar un donativo, hacerse socio colaborador, y apadrinar un niño (70 pesetas diarias). Esta última modalidad me agradó. Había algunas precisiones, pero eran totalmente comprensibles. De hecho, no se trata exactamente de apadrinar un niño. En algunos lugares la palabra apadrinar tiene distinta connotación a la apreciada entre nosotros. Tus 70 pesetas diarias no van al niño, sino al Proyecto donde está el niño, adultos incluidos. Te unen a un niño con nombre y apellidos, cuya fotografía te envían. Le puedes escribir cuantas veces quieras. Incluso, se puede visitarlo. Existen algunas recomendaciones: utilizar la Organización para la correspondencia, por no poner tu dirección completa para evitar que personas ajenas a la Organización te pidan dinero. También se recomienda no hacer regalos a los niños apadrinados por cada persona, con el fin de no hacer discriminaciones entre ellos. Se sugiere que, si se desea hacer regalos, se haga para todos los niños del Proyecto.

Solicité apadrinar dos niños. Pedí niños de Hispanoamérica, pues uno sólo sabe castellano, y poco. Me unieron a un niño y a una niña de Ecuador, cuyas fotografías me enviaron.

Les felicité la Navidad. Ahora, han sido ellos quienes se han dirigido a mí. Es un aliciente. Apenas dicen nada, un dibujo y unas letras de niños que empiezan a escribir. Pero lo digo para los incrédulos: El dinero llega.

¡Ah!, todas las Organizaciones no gubernamentales (ONGs), sin excepción, son de fiar. Ésta, se llama "Ayuda en Acción". En algunas ocasiones, en este mismo periódico, "Diario de Burgos", se puede hallar un cupón para solicitar información.



67- ¿ESTÁ EN PELIGRO LA FAMILIA HOY?

Tengo la costumbre, buena, supongo, de ponerme frente al televisor los domingos para seguir la Santa Misa. No soy asiduo visitante de los templos, mejor dicho no voy. Mi falta de asistencia no se debe a una cuestión de creencias, sino que lo calificaría como exigencias del guión. Es ésta una forma más fina y con más humor de expresar la dura realidad de la enfermedad. En mi salón mi cuerpo sí está allí presente ante la Misa televisada, no tanto mi espíritu. No digo esto por tenerlo a gala, sino más bien como una especie de confesión.

Ayer domingo en la Santa Misa retransmitida por televisión celebraba un sacerdote de origen filipino. Tenía en su hablar un gracioso seseo. En su homilía contó una pequeña anécdota de su estancia en su país. Voy a transcribirla, pero anuncio mi intención de darla un sentido totalmente diferente al del párroco. Contaba que, en una de sus visitas a la ciudad de Manila, encontró a una niña de seis años con un niño en brazos con cuyo peso apenas podía. Y le preguntó:

- ¿A dónde vas con esa carga tan pesada? .

- No es una carga -contestó-. Es mi hermanito.

Enlazo esta pequeña historia, que en dos líneas habla de la excelsitud de la relación familiar, con la designación del Año Internacional de la Familia por parte de la ONU. Recordando la resolución de este alto Organismo, Diario de Burgos abría una pequeña encuesta. La sección "contestador automático" esta semana estaba abierta a quien quisiera a opinar por teléfono sobre la familia. Una pregunta concluía el tema expuesto: "¿Está en peligro la familia hoy?".

Por supuesto no he llamado telefónicamente a dicho contestador automático. Sin embargo, sí voy a dar mi respuesta a través de este escrito. La familia está en peligro en la medida que lo esté el propio hombre. Lo explicaré: Por muchas manipulaciones que se hagan, la familia es algo natural. El hombre de siempre ha buscado el apoyo de la familia y sólo en ella ha encontrado protección. Así ha sido y así será. Y si algún día no fuese así, el hombre ya no sería hombre.

Este sábado pasado, 5 de febrero de 1994, se disputaba uno de los partidos de fútbol más interesantes de la liga. Se enfrentaban en la capital de España, con las cámaras de televisión retransmitiendo en directo, dos de los mejores equipos nacionales. En una de las formaciones, la del primer club de fútbol del país en número de títulos, debutaba un joven de 19 años defendiendo los colores del equipo en primera división. Tal vez estaba cumpliendo el sueño de su vida. Había comenzado el segundo período y seguía en el marcador del estadio el empate a cero inicial. Y de repente... ¡gol! El joven debutante, de forma habilidosa, de espaldas a la portería, había conseguido marcar. Será un tanto de esos que marcan historia por la belleza y por la oportunidad e importancia. Inmediatamente, antes de abrazarse con sus compañeros de equipo, el goleador se dirigió a la banda a festejar el tanto con señas ante un lugar determinado del público. Al final del encuentro un entrevistador le preguntaba al feliz joven:

- ¿A quién brindabas el gol?.

- A mi familia. A mi familia -repitió-. Ellos me han apoyado en los momentos difíciles y se lo merecen.

Así es la familia un refugio cuando se necesita. Es amor de principio a fin. Es un lugar donde no existe diferencia entre dar y recibir. Cuando se tiene, se da... cuando no se tiene, se recibe. La única agrupación donde no se siente la necesidad de dar predominio al valor del individuo, porque la familia ya es una unidad individual. Es refugio en la salud y en la enfermedad. En los tiempos fáciles y en los difíciles. Corrige, pero porque ama. Acoge siempre sin hacer preguntas. En la familia se cuida del hijo minusválido sin pedir nada a cambio. En ella, se atiende al enfermo cuando existe esa necesidad. Se socorre económicamente a un parado adulto si se da el caso de esa necesidad. Y es el mejor consuelo para la vejez. Sin la familia, la Administración del Estado, poco reconocida con ella, se vería agobiada por un sin fin de necesidades en los ciudadanos. La Administración, bien se podría decir que en los últimos años no ha movido un solo dedo para ayudar a la familia, incluso, algunos de sus comportamientos podrían calificarse como ataques.

En cierta ocasión me encontré con un vecino con la treintena de edad ya sobrepasada. No había visto a este amigo desde hace muchos años por no residir en el pueblo. Estaba acompañado por una mujer a quien había oído a los demás calificarla como novia del joven. Se acercó a mí y me saludó. Charlamos. En cierto momento de la conversación, yo, que no ando al día, incluí, sin ninguna mala intención, la palabra novia para referirme a ella.

- Perdón -me dijo él-, no somos novios, somos amigos.

"¡Vaya metedura de pata!", pensé mientras subían los colores a mi cara dejando mi corazón helado. Él pareció darse cuenta de mi desasosiego y quiso puntualizar.

- Novios son dos personas que se preparan para el matrimonio. Para nosotros eso está tan lejos que preferimos no pensar en ello. Yo estoy en paro. Ella trabaja a tiempo parcial. Para casarse es preciso tener una estabilidad económica. Si algún día se da, pensaremos en ello.

Puedo dar fe de la sinceridad de las palabras, porque fue ella quien, dándose cuenta de mi mal trago, me sonrió y puso su mano sobre mi hombro.

Sólo la familia es capaz de salvar al hombre. Y lo digo desde la experiencia de haber tenido momentos difíciles por mi enfermedad. Sin un apoyo familiar, me hubiera dicho: ¡"Ahí os quedéis con vuestro cochino mundo"!. Es cierto que existen las debilidades de cada hombre para dar al traste con la teórica perfección de la institución familiar. La familia no es perfecta porque el hombre no es perfecto. Cada uno ha de luchar contra su propio yo para conseguir ese nosotros que no defrauda nunca. Es aquí donde la familia hoy recibe el golpe más duro. Vivimos en una sociedad egoísta poco favorable a la realización completa de la familia. Se la ataca, y sin embargo, todo ataque a la familia se vuelve contra el mismo hombre. El egoísmo es el cáncer de la familia, y, por tanto, de la sociedad y del ser humano. No existe ningún peligro para la familia que no lo sea para el hombre. Pero, ¿peligra...? Sí, sobre todo en el llamado primer mundo, no son tiempos fáciles para ella. Sin embargo, con sus debilidades arrastras, el hombre buscará a la familia mientras sea hombre.

Según S. Pablo: "El amor no falla nunca". Es muy cierto, pero no somos santos. En la realidad la maravilla de la familia no siempre sale bien, porque el amor no falla, pero sí los hombres. Por ello, acepto la separación, pero, ¿el divorcio...? ¿Cómo será la vida de esos niños que cambian de padres cada dos años...? Esa es la misma frecuencia con que yo estreno unos zapatos. Hay quien pasa por el matrimonio, cuatro, cinco, siete veces. ¡Qué más da!.

El divorcio es una ley cuya sola presencia trabaja en contra de la estabilidad de la familia, y por tanto, en contra de esos menores cuyos derechos se dice defender. No es lo mismo comprometerse ante un cura, un juez, un gurú, el jefe de la tribu, o un capitán de un barco, según las creencias de cada uno, a quererse hasta la separación por la muerte, que juntarse para hacer experimentos sobre la duración de la pareja. Psicológicamente, me creo la tenencia en mente de divorcio tiene efectos negativos en la relación de los esposos. ¿El divorcio es uno de los frutos del egoísmo...?. Y es que no es lo mismo divorcio (con otra posibilidad de casarse y divorciarse) que separación (aparentemente cruel para el interesado, pero necesaria por respeto a unos hijos).

No hace falta decir que estoy completamente a favor de la llamada familia tradicional. En España casi todos los matrimonios han pasado de siempre por la iglesia. Respeto igualmente a aquellas uniones duraderas comprometidas fuera de ella. Pero esas relaciones de pareja y esos compañerismos sentimentales, cuando ejercen como matrimonio con hijos... ¡no gracias!.



68- FEMINISMO

"La ignorancia es la madre del atrevimiento".

Personalmente, aunque a primera vista parezca ir contra corriente, no me agrada el movimiento del feminismo. Antes de que me apalee con insultos alguna mujer, explicaré que tampoco el machismo me cae bien. Esta última práctica citada tiene todas mis condenas. Hombre y mujer son diferentes en sus formas físicas y psíquicas. Pero, en el fondo, son exactamente iguales. Son dos seres humanos. La diferenciación física es evidente. Salta a la vista. En cuanto a la parte psíquica, si el hombre presume de fuerza y valentía, la mujer dispone de amabilidad, ternura, delicadeza, intuición, facilidad para mostrar el cariño y otros valores que están ahí y no es necesario descubrir por mi parte.

Tampoco es cuestión de contraponer valores. Se trata simplemente de complementarlos. No es necesario discernir entre machismo y feminismo, lo esencial es respeto mutuo y sentido común. Pero, no es éste el tema de mi comentario, pues, en mi ignorancia, podría caer en el mismo defecto con que en letra cursiva encabezo mi artículo.

El 24 de octubre de 1994 seguía por televisión un debate sobre el papel desempeñado por la mujer en la sociedad actual. Todos los, o todas las, debatientes, menos el presentador, eran féminas. Una señora, o señorita, eso nunca se sabe, representante de no sé que colectivo feminista, dijo lo siguiente sin ser contradicha por nadie:

- Las tres grandes religiones monoteístas es decir: Judaísmo, Cristianismo, Islamismo, y el Budismo, son machistas porque no están adecuadas a los tiempos actuales.

Hablaba de tres, pero mencionó cuatro. Y, para colmo, remató su faena diciendo que ella era atea y se quedó tan ancha, porque ninguno de los presentes rebatió sus ideas.

¡Ya se vio su ateísmo, ya!. Porque, no tenía la menor idea de cuanto dijo. ¡Olé, que le den la oreja! ¡Qué barbaridad! Nadie, insisto, le paró los pies. Pero señora, ¿sabe usted lo que es una religión...?. En primer lugar, lo fundamental de una religión no puede adecuarse a los tiempos. Se pueden cambiar formas sin importancia. Pero nunca lo esencial. Hablando sobre Cristianismo, son las situaciones actuales quienes han de adecuarse a lo substancial del Evangelio. No al revés. Para ser cristiano, ha de adecuarse la vida actual a las bienaventuranzas. Si mañana la Iglesia me dijese que están las bienaventuranzas son del siglo I y ya están pasadas de moda, me "borraría". Borraría está entrecomillado porque no estoy apuntado. Quiero decir sencillamente: "¡conmigo que no cuenten!". Mostraría mi desacuerdo.

No puedo juzgar el Budismo. Desconozco totalmente esta religión. Del Islamismo dicen que sí es machista. Pero, no voy a juzgar sólo por cuanto digan. Acaso, quienes lo dicen tienen los mismos elementos de juicio que yo. Es decir: muy pocos o ninguno. Y, sin criterios contrastados sería una temeridad opinar. En cuanto a afirmar que el Cristianismo es machista, sólo cabe en la cabeza de un ignorante. Una cosa es la doctrina en sí y, otra bien distinta, la manera de comportarse de los cristianos.

¿El Cristianismo es machista...? Al contrario. El éxito de esta religión está en no discriminar a nadie: "Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer...". Esto lo decía San Pablo sobre el año 40. Tengase en cuenta que hasta 1787, no se abolió la esclavitud en Norteamérica. Es decir diecisiete siglos después. ¡Casi nada!

El tratamiento de Jesús a las mujeres siempre fue sumamente correcto. Recordemos las palabras dedicadas a una mujer sorprendida en adulterio. En aquel tiempo, por esta causa, esas mujeres eran condenadas a ser apedreadas hasta morir. Jesús no tuvo ningún inconveniente a oponerse a la ley: "El que esté sin pecado que tire la primera piedra".

"El marido de a su mujer lo que le debe y lo mismo la mujer al marido; la mujer ya no es dueña de su cuerpo, lo es el hombre, y tampoco el hombre es dueño de su cuerpo, lo es la mujer". (1ª Corintios 7,3-5). Insisto en que hemos de fijarnos en lo esencial de una religión, no en los fallos humanos de los seguidores de esa religiosos de esa doctrina.

Ciertamente, San Pablo, aunque sea mínimamente, está algo influenciado por las costumbres de su tiempo y es posible hallarle tales influencias. Pero, está señora emite juicios sobre el Cristianismo sin siquiera haber leído el evangelio, ni a San Pablo, ni nada de nada.



69- LIBERTAD RELIGIOSA & LIBERTAD EN LA IGLESIA

31 de agosto de 1995.

Amigo -----:

Ante estas líneas, te preguntarás por el derecho de un desconocido a llamarte amigo. Te lo diré: Fuimos compañeros de curso en el Seminario. Mira de nuevo mi remite, y espero que me recuerdes. El motivo para acudir a ti puede resultarte atrevido. Puede hasta parecerte un atrevimiento insultante si no le das un correcto sentido a mi carta. No pretendo corregirte, sino darte mi opinión de amigo. Y, si en lugar de pensar en una corrección, piensas en un pasatiempo para mi tarde y en un encuentro con una amistad, acertarás.

En cierta forma, discrepo de tu carta publicada en Diario de Burgos, ayer, (30/8/95), titulada "Libertad religiosa - Libertad en la iglesia". A mi juicio, tu escrito no es oportuno porque tú miras las cosas desde un ángulo (correspondiente a tu cargo) distinto al del lector corriente. Y este diferente punto de vista, puede llevarle a hacer una mala interpretación. No me parece prudente ante los lectores contestar a tu escrito a través de las páginas del periódico. Podría realizar una especie de carta abierta. Sin embargo, no encuentro edificante la polémica entre un cura y un católico de a pie por un quítame allá estas pajas. Y te aseguro que, en perjuicio de la Iglesia a la que tú y yo pertenecemos, mi postura (tal vez equivocada) ante los lectores resultaría mucho más popular que la tuya. Por ello, me dirijo a ti en carta personal y espero sepas reconocer mi gesto de amistad al no querer abrir una discusión más allá del nivel individual.

Desconozco las personas, y los métodos por quienes, y por los que, se designa un Obispo. Por tanto, no voy a criticar ni a defender lo desconocido. Y, tampoco, aunque la tengas (y no lo dudo) voy a darte la razón. Pues dártela, únicamente, sería un intento por quedar bien sin elementos de juicio y, por tanto, sin ningún valor. Y, como es de pensar que en mi misma situación se halle más del noventa por ciento de los lectores, pienso que tu carta no ha sido oportuna en Diario de Burgos. Hubiera sido pertinente en cualquier revista dirigida a un público de sacerdotes o personas que estén capacitadas para mirar desde tu mismo ángulo.

Cuanto has dicho seguramente está bien dicho. Pero no has debido mezclar al Sr. Arzalluz en esto. A mi juicio te has precipitado. Tu párrafo tercero: "No hay ingerencias cuando se trata de clarificar o defender algo en lo que los otros han interferido o enturbiado previamente", me recuerda las palabras del propio Arzalluz cuando para defender su política de designación de Obispo, afirma que los vascos, ni siquiera ETA, son violentos, porque los otros empezaron primero. ¡Hombre!, por esa razón la violencia siempre sería válida: Sería muy fácil buscar a alguien que real, o irrealmente, empezara primero. Por ejemplo: a medio mundo le sería válido matar alemanes, porque Hitler empezó primero. ¡Seriedad! No has hecho bien en alinearte con el Sr. Arzalluz, cuya incontinencia verbal y majaderías rozan el ridículo. Para aplaudir algunas de las tonterías de este político hace falta mucha afinidad ideológica y poco sentido común.

En tu carta no mencionas ni una sola vez la palabra política. Esa es la clave. Ahí veo yo tu error para poder hacerse una interpretación desde un catolicismo de a pie. Por supuesto, el Sr. Arzalluz, como cualquier católico, tiene derecho a opinar a título particular. Pero bajo ningún concepto puede tratar de imponer obispo desde su posición de dirigente de un partido. La Iglesia no puede ser marioneta de ningún grupo político. O dejaría de ser independiente (libre). A un Obispo, y lo mismo a un cura, después de tomar posesión de su cargo, se le debe exigir que se baje a estar con el pueblo y aprendan las costumbres del pueblo, pero jamás se le puede pedir haber nacido en el pueblo. O de lo contrario quebraríamos la condición de Católica (universal, según el diccionario) de la Iglesia. Visto desde ese punto, todos los Obispos, curas, misioneros y misioneras en el extranjero, estarían sobrando. ¡Qué barbaridad! Los curas de las parroquias vascas tendrán, y no se lo niego, todo el derecho a opinar sobre la elección del nuevo Obispo. Pero los partidos políticos no tienen ningún derecho a presionar acerca de esa elección.

Acabas tu escrito con un ¡viva la libertad!. Ten cuidado, amigo. No todo lo que se viste de libertad, es libertad. Los partidos políticos, a pesar de llamarse demócratas, son máquinas ansiosas de controlarlo todo. Se reparten cuotas de control sobre todo. Quieren controlar la justicia, la televisión, la enseñanza, la misma familia. Si algún día controlan la Iglesia, que Dios nos coja confesados. ¿Es esa la libertad que quieres? ¿Admitirías que los partidos políticos se repartiesen la designación de consejeros para la Comisión Episcopal, por ejemplo? Yo me opongo a que los partidos políticos impongan obispos. La Iglesia debe de estar por encima de las ideologías políticas. Libertad sí, pero una libertad para hacernos libres... no esclavos.

Sin más, espero sepas hacer una lectura correcta de mi carta. Con mi opinión no he descalificado tu escrito. No estoy cualificado para hacerlo. Simplemente, he opinado desde otro punto de vista.

Con un saludo y atentamente...



70- "EL PEDRESO"

Este relato ocurrió hace algún tiempo, aunque no mucho. Sucedió cuando los hombres no tenían la costumbre de encerrar a las gallinas en jaulas y cuando las incubadoras ni siquiera existían. El lugar donde aconteció era el corral de una casa de campo. En el recinto había animales domésticos de todas las especies. Los cerdos, no tan cerdos como el nombre indica, tenían su pocilga en el corral. Las vacas y las mulas disponían de su establo. Las ovejas estaban acomodadas en su tenada. Y el perro tenía instalada una caseta a la entrada para guardarlo todo de los forasteros malintencionados. Sólo las gallinas eran las reinas del corral y todo el espacio era suyo. La parte que más les gustaba era el basurero. Allí escarbaban, una y otra vez, como si en aquel sitio hubiera escondido un fabuloso tesoro.

Un día, una de las gallinas de la granja, "la blanca", se puso clueca y el cacareo habitual de todas las gallinas cambió de sonido en ella.

- Clo, clo, clo, -gritaba.

Todas las gallinas, siempre generosas, depositaban los huevos en el mismo nidal. La dueña los recogía con una cesta todas las mañanas cuando llenaba los comederos de pienso y los bebederos de agua. Y, gustosa de verse rodeada de gallinas enormemente productoras, lanzaba al suelo un puño de granos de maíz mientras gritaba:

- ¡Pitas! ¡Pitas! ¡Pitas!

Sin embargo, "la blanca", a partir de la aparición de su cloquera, comenzó a esconder sus huevos en el pajar: Todos los días depositaba su huevo en un nido oculto. ¿Egoísmo, o amor de madre? Ya tenía diez.

La dueña, entendida de gallinas como todas las granjeras, andaba vigilante y encontró el nido escondido en un montón de heno. Pero esperó pacientemente a que aumentara el número de huevos hasta llegar a la docena. Cuando la gallina completó la cantidad esperada, el ama la metió bajo un cesto con sus huevos para que los empollara con el calor de su cuerpo.

Todas las mañanas a la misma hora la granjera acudía a destapar a la gallina. Esta salía momentáneamente de su nido y comía y bebía en unas latas preparadas para ello. A continuación aprovechaba la salida para estirar sus miembros. Y finalmente se echaba otra vez sobre los huevos para incubarlos cubriéndolos con las plumas de su cuerpo y de sus alas. Entonces, el ama volvía a tapar con el cesto a la gallina con su nidada. Así sucedió durante tres semanas.

Pasado ese tiempo citado, los polluelos rompieron el cascarón. Sólo quedó un huevo huero: Tal vez porque no recibió el calor necesario, o porque no era fecundo. Habían nacido cinco pollitos y seis pollitas. Eran todos completamente blancos, mejor dicho, los pollitos de recién nacidos tienen un color amarillento. Había uno diferente, igual a sus hermanos en el color de fondo, pero salpicado con infinidad de diminutas pintas negras. La granjera, por la tonalidad de sus plumas, le puso de nombre, "el pedreso".

"La blanca", como buena madre como todas las gallinas, cuidaba a la perfección de sus pequeños polluelos y los cobijababa bajo sus alas cuando lo necesitaban. El gato era el mayor enemigo de los pequeños pollitos en el corral. El micho se relamía de gusto pensando en tan tierno y apetitoso bocado. Acechaba a los polluelos y sigilosamente se acercaba a ellos con malas intenciones con la agilidad de todos los felinos. Pero "la blanca", siempre en guardia, se daba cuenta enseguida y lanzaba un grito de alerta para prevenir a los pollitos. Se dirigía después hacia el gato y, encrespando sus plumas como para envalentonarse, le hacía saber que estaba dispuesta a defender a sus hijos a picotazos. Y siempre le hacía huir con el rabo entre las piernas.

Los pollos crecieron y ya ni siquiera temían al cobarde gato. Este no se atrevía a meterse con los adultos y se dedicaba a lo suyo: perseguir y capturar ratones.

Las madres de los animales, al revés que las de las personas, abandonan a sus hijos cuando ya no las necesitan. Y también "la blanca" se retiró a convivir con las otras gallinas cuando que ya no era necesaria en la protección de la pollada.

"El pedreso" quería ser de mayor marinero, como el hijo de la dueña: "¡Está tan elegante con su traje azul marino y su gorra de plato!", pensaba.

Un día preguntó a "nicola", la gallina más sabia y de más edad del corral:

- Dígame, gallina "nicola", usted que sabe mucho de todo, ¿cómo es el mar?.

- ¡Qué preguntas, pollo! Pues el mar es... -respondió sorprendida- . Bueno, nunca lo he visto, pero, según dicen, el mar es como ese recipiente que nos ponen a nosotros para beber, aunque muchísimo más grande y profundo. En el mar es preciso saber nadar para no hundirse.

- ¿Y qué es nadar?.

- Oye, pollo, ¡tú no tienes nada más fácil para preguntarme! Pues nadar es nadar: Nadar es moverse por el agua, como nosotros nos movemos por la tierra.

- ¿Y dónde se aprende?.

- Eso no se estudia en los libros. Eso se aprende practicándolo en el agua. En el río o en el mar, o sabes nadar, o te ahogas.

- ¿Y qué es ahogarse?.

- Oye, pollo, ¿tú me tomas las plumas? -dijo "nicola" ya irritada-. Te contestaré, pero ¡que sea la última pregunta! Mira, si yo meto la pata en el bebedero sólo me tapa hasta el muslo, porque es poco profundo. No obstante, cuando hay pollos pequeños si la dueña, en prevención de posibles accidentes, no metiera piedras en el depósito, les taparía hasta más arriba del pico. Entonces, no podrían respirar y se ahogarían. Por ello, la dueña cuando hay polladas pequeñas pone una piedra al fondo de la pila para que no sea tan profunda.

"El pedreso" no había comprendido nada de las explicaciones de la sabia y buena "nicola", pero lo tenía decidido: De mayor sería marinero. Pero un día conoció las cuentas de la dueña:

"Con media docena de pollas, no faltarán huevos para toda la familia el año que viene, incluso podré permitirme llevar al mercado alguna docena para comprarme con el importe unos zapatos. Y los pollos: Uno, estofado para la festividad de S. José, otro para el Domingo de ramos, el tercero para Pascua florida, el cuarto para el día del patrón de la localidad, S. Pedro, y el último será cuestión de tenerlo reservado para cuando venga un invitado inesperado".

Cuando se enteró "el pedreso" de los cálculos del ama, se enfadó muchísimo y reflexionó así: "¡Estos humanos sólo piensan en comer!". Y salió huyendo en dirección al mar. Se guiaba por el sol, por las estrellas, o por el musgo del tronco de los árboles, pues como les había explicado "nicola" a los pollos, la parte musgosa del tronco de los árboles indica el norte.

El primer día llegó a una preciosa granja de paredes encaladas. El color blanco intenso le hacía parecer un palacio, pero en pequeño. No tenían gallo en el grupo de gallinas y todas lo querían con locura. Hasta se enamoró de la auténtica joya del corral, una hermosa pollita negra. Allí vivió como un rey durante una semana. De despierto y de dormido se veía señalando todos los amaneceres la hora de levantarse a los habitantes del poblado con su ki-ki-ri-ki. Pero la dueña de aquella hacienda, que era un poco egoísta, tenía otros planes muy distintos y se frotaba las manos: "Ya tengo comida para martes de carnaval", pensaba.

"¡Estos humanos sólo piensan en lo mismo!", se dijo "el pedreso" cuando se enteró. Y tuvo que fugarse a media noche y a toda prisa.

Más tarde llegó a una posada situada a la orilla del camino. Por primera vez en su vida le dieron a comer granos de maíz en un plato sólo para él. Y por la noche, mientras la luz de la luna penetraba a través de los cristales, dormía en una cama con sábanas y mantas sobre un confortable colchón de lana de oveja. Pero sólo llevaba allí cuatro días cuando la mesonera le llevó la cuenta. Como no tenía dinero para pagar lo amenazó furiosamente con un cuchillo:

- ¡Servirás de guisado para los clientes! -gritaba la dueña de la posada.

"¡Estos humanos sólo piensan en comer!", fue lo primero que pasó por su mente ante la actitud agresiva de la mesonera. Y consiguió escaparse, porque la posadera, cuchillo en mano, corría tras él, pero él corría y, además, volaba.

Por fin, llegó a un puerto y pudo contemplar la inmensidad del mar. Se dirigió inmediatamente a un barco anclado y preguntó por el capitán con intención de enrolarse como parte de la tripulación. Un marinero con gorra de plato, como el hijo de la dueña, le llevó hasta su presencia. Pero el capitán debía de estar completamente borracho, porque tenía una botella casi vacía sobre la mesa. No pronunció palabra, ni siquiera tuvo la amabilidad de contestarle. El mismo marinero lo acompañó a los camarotes, mientras decía:

- No le hagas caso, le gusta empinar el codo.

"¿Qué caso no tendré que hacerle?, si ha dicho menos que la puerta de mi corral", pensó.

En una sala contigua al pasillo por donde avanzaban se oía cantar y bailar a los marineros:

- "Yo no soy marinero. Yo no soy marinero. Por ti seré. Por ti seré. Soy capitán. Soy capitán ".

Pero, a él lo acomodaron en el aposento de los pollos.

- Buenos días, -saludó al entrar.

Pero sólo le contestó entre pico el más cercano a la puerta.

"¡Qué antipáticos!", pensó.

Se colocó en silencio junto a un gallo negro de gran cresta que descansaba en el suelo panza arriba y con un ala bajo la cabeza. Como pudo comprobar que el compañero estaba despierto, porque mantenía los ojos abiertos, aprovecho para preguntarle:

- ¿Tú cuánto ganas?.

Levantó la cabeza despacio y, después de mirarlo de arriba a abajo como si hubiera hecho una pregunta impertinente o poco acertada le contestó con extrañeza:

- ¿Quéeeeee? ¿Qué has dicho?.

- Que cuánto ganas -repitió.

- Yo nada. Pero, a mi dueña le dieron un duro por cada uno de nosotros. Los siete pollos negros somos hermanos. Por los blancos, pertenecientes a otra granja, tengo entendido que sólo pagaron cuatro pesetas por cresta.

La respuesta le dejo desconcertado por completo y mantuvo unos momentos de silencio para reflexionar... Luego, volvió a preguntar:

- ¿Tú sabes nadar?.

Otra vez, volvió a mirarlo y remirarlo como diciendo: "¡Qué importuno!" o, "¡qué preguntas más raras hace éste!" Y seguidamente, respondió:

- ¡Pero qué dices!.

- Que si sabes nadar -preguntó "el pedreso" elevando el tono de la voz creyendo que su interlocutor era sordo.

- ¡Ay! No me chilles, pollo -contestó- ¡Y para qué habría de saber nadar yo! Sólo estamos aquí para alimentar a los marineros. ¡Para eso hemos nacido los pollos!.

La contestación le dejó completamente perplejo: "Su equivocación había dejado a su dueña sin pollo y sin su duro", pensó. Y salió de allí pitando, como alma que lleva el diablo. La sirena del barco también pitaba en aquel momento anunciando la salida. El buque ya se había distanciado seis metros del muelle, pero, de un volido, menos mal que era ave, aterrizó y no paró de correr, y volar a ratos, hasta llegar a su casa. "¡Estos humanos sólo piensan en comer!", fue la frase que pasó repetidamente por su cabeza durante el camino.

La dueña se puso muy contenta con la aparición del pollo, pues había pasado un mes buscándolo y ya lo había dado por perdido. Ya tenía comida para la fiesta de S. Pedro. Y, "el pedreso" también estaba encantado, porque como le había dicho su congénere en el barco: "¡Para eso nacen los pollos!". Y si su dueña lo había criado, lícito es que se lo comiera.



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