Negros nubarrones en el horizonte.



Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich.

Sumario: 81- 1992, Los agricultores ante Hacienda. 82- El inspector de Hacienda. 83- Ni traficante ni heroína. 84- Hipocresías. 85- Quien juega con fuego...



81- 1992-LOS AGRICULTORES ANTE HACIENDA

(Publicado en Diario de Burgos el 16 de junio de 1993).

Srs. responsables de Hacienda:

No creo que lo mío sea un insulto, pero si lo entienden así, puedo asegurar que es casi un halago al lado de muchas otras expresiones que he oído y por respeto me callo. Ustedes no tienen la menor idea de lo que es una reja, o una vertedera. Por no saber de este tema, no saben ni cuántas tetas tiene una vaca. O, ¿creen que el tocino es de oveja? ¿Saben ya de qué voy? Por si no se hubieran enterado, hablo de la declaración de la renta en la nueva fórmula elegida para este año de determinación del rendimiento neto en estimación objetiva por coeficientes para la agricultura. En ella se puede deducir el 15 por ciento del rendimiento en la casilla coeficiente de gastos: gastos de inversión entienden los asesores fiscales. De no ser así, se podría restar por reparaciones, pero jamás por compras de maquinaria o de tierras, o por construcción de establos o de almacenes. Esto ya es no entender nada de nada del tema agrario, porque bien se pudiera haber puesto en lugar de su 15, un 45 por ciento. O, ¿no saben lo que cuesta un peine? Lo dudo.

Veamos los números:

A un agricultor con un rendimiento de dos millones de pesetas, le deducirán por inversión 300.000 pts. Bien corto sería, ¡demasiado!, calcular que para obtener ese rendimiento habría que efectuar ventas superiores a los cuatro millones y medio. Para generar esas ventas, se necesita un tractor, unos aperos, un almacén, alguna que otra finca propia, aunque la mayoría sean de renta, y un capital invertido en semillas, abonos etc. en espera de la nueva cosecha. Total un mínimo, muy mínimo, de diez millones de pesetas. Una insignificancia para ustedes, pero para un agricultor el ahorro de muchos años sin vacaciones, y el producto de haber visto amanecer muchos días trabajando.

Si esos diez millones en vez de estar en la inversión necesaria para producir, hubieran estado en una caja de ahorros, habrían producido tres veces más que en su deducción por inversión. Aproximadamente, unas 900.000 pesetas libres, después de restar su retención por intereses del capital del 25 por ciento.

Pero sin dejar este ejemplo, siendo para los efectos aproximadamente el mismo gasto de inversión un año que otro, como el rendimiento si varía, un año con sequía, frecuente en España, puede ser escaso, aplicando el 15 por ciento de las ventas efectuadas, el gasto, según esa norma, podría quedarse en veinte mil duritos. O lo que es lo mismo, su salario semanal.

Ahora, en la reciente campaña electoral, ¡cuánta solidaridad en palabras de los políticos ha habido que tragarse! Y, por favor, no hablen de subvenciones, ¡este año se lo llevan triplicado con el agravante de haber vuelto a muchos los sesos agua rellenando solicitudes! "¡Que se fastidien y aprendan!", ¿no piensa así algún dirigente? Da la impresión de que sí.

¿Qué pretenden? Que se abandone la agricultura. ¿A qué costo? ¡No van a tener dinero para las jubilaciones anticipadas! ¿Y los jóvenes qué? Dirán, con razón: "¡que ordeñe Hacienda!". Les aviso: Si no rectifican, hasta la cuota lechera al Estado Español se le va a quedar grande. O, ¿lo están buscando? ¿Por qué dicen los encargados de la política que todas las cuestiones agrícolas se imponen en Bruselas? Esta no. En resumen: Están matando la ilusión y con ella a muchas personas que no tuvieron otra cosa. ¡Qué país! Aquí se oprime a los débiles y los fraudes de miles de millones abundan por doquier.

¡Ah!, aunque lo fui, no soy agricultor.



82- EL INSPECTOR DE HACIENDA

Tengo un amigo de colegio, con quien me he carteado de forma ininterrumpida durante 25 años, que trabaja en la Administración de Hacienda. Con ocasión de la publicación de un escrito mío en un diario provincial donde criticaba un nuevo sistema de medición de impuestos al sector agrícola, tuvimos un debate entre nosotros. Hubo una pequeña confusión, al llevarme la contraria, yo creía que él me estaba picando y tirando de la lengua e incremente el volumen de la controversia creyendo que nos estábamos picando mutuamente. Por mi error de apreciación, la discusión llegó a alcanzar punto álgidos e incluso llegamos a pedirnos disculpas. Aunque, como personas civilizadas las aceptamos y con el intercambio de pareceres conseguimos enriquecernos con las distintas posiciones del debate sin superar en ningún momento los límites de la amistad.

Las conclusiones a donde llegamos, más o menos, fueron las siguientes: Que la recaudación de impuestos era necesaria y, por tanto, indiscutible. Lo que sí era discutible era el grado de presión fiscal. Yo mostraba mi interés por dejar bien claro que la Administración era implacable buscando pequeños defraudadores de tres al cuarto y no se atrevía a hincar el diente a la grandes fortunas provenientes de negocios turbulentos. Ahí mi amigo estaba de acuerdo conmigo, y lo explicaba con la valentía, la honradez y celo profesional de los trabajadores que ocupaban los puestos más bajos dentro de la Administración, y el miedo o despreocupación de los altos cargos. Yo también anotaba que en justicia la investigación debiera efectuarse tanto sobre los contribuyentes como sobre la gestión de quienes efectuaban la distribución: No es de recibo llevar a juicio a 1.000 contribuyentes para sacarlos mil millones de pesetas, para que en cinco minutos un mal gestor lo dilapide o lo desvíe hacia otros caminos que no son el interés general de los súbditos de la Nación. Y en ese punto nunca hay investigaciones.

Hoy, tres años más tarde, quiero dedicarle a mi amigo Javi el presente chiste donde uno de los protagonistas es un Inspector de Hacienda. Sin ánimo de ofensa, Javi, que esto simplemente es humor. ¡Va por ti!:

Cuentan... que un atracador, aprovechando lo obscuridad de la noche, se dirigió hacia un ciudadano bien vestido y, por tanto, con apariencias de llevar buena vida y una suculenta cartera, y le colocó una pistola al pecho diciendo:

- Me das tu dinero, o te pego un tiro.

El ciudadano en cuestión, lejos de asustarse por aquella amenaza, le recriminó:

- ¿Pero usted sabe bien lo que hace? A mí no puede usted atracarme. Yo soy Inspector de Hacienda.

Tampoco el atracador se amedrentó con ese tipo de declaraciones y replicó de esta manera.

- Bien, entonces te lo diré de otra forma: Me das mi dinero, o te pego un tiro.


83- NI TRAFICANTE NI HEROÍNA

15 de septiembre de 1994.

Señora Elisa A. N.:

No nos conocemos de nada. Por tanto, disculpe mi atrevimiento de hacer un comentario de entretenimiento a un texto suyo, aunque todo texto publicado puede ser acreedor a réplicas. Hace nueve días, martes, 6/9/1994, encontré bajo su firma en Diario de Burgos una carta titulada "Ayer traficante y hoy heroína". Sinceramente, el texto signado con su firma no me causo buena impresión. Me pareció un escrito correcto en sintaxis, pero con un contenido precipitado en el tiempo, tal vez apasionado, falto de imparcialidad y muy poco humano. Sin duda, aunque usted no lo mencione expresamente: "cuyo nombre, dice, prefiero ignorar", se refiere a la joven barcelonesa, señora o señorita, Mings. Al leer su carta, inmediatamente me dije: voy a darle mi opinión al respecto. Y, como el día era soleado y preferí disfrutar del aire libre en vez de sentarme ante el ordenador, anoté unos apuntes en mi libreta. Hoy, poniendo las notas sobre mi mesa, trato de ampliarlas y ordenarlas.

Los medios informativos, televisión en concreto, se han pasado (en sentido contrario al suyo) a la hora de desarrollar la noticia a la que se refiere en su carta. Ese extremo no voy a negárselo, porque es evidente e innegable. No obstante, el hecho de que televisión haya optado por dar al suceso un excesivo tinte de sensacionalismo, no le da derecho a usted a hacer una crítica tan dura a la persona y sin ningún miramiento humano. Si a alguien podía poner en el ojo del huracán de las críticas de su texto es a televisión, no a la persona, protagonista a la fuerza de la noticia. De todas formas, sería muy comprensible su enfado si estuviera influenciada, y eso no puedo yo saberlo, por ver muy de cerca el problema de la droga en la persona de un familiar, o vecino.

Comienzo mi réplica por su título: "Ayer traficante y hoy heroína". Personalmente, no creo que esa joven, de quien hablamos, fuera traficante. Más bien, consideraría que fue uno de los denominados camellos. Alguien, no dudo que con su propio consentimiento, le puso una carga demasiado pesada. A lo sumo, podríamos considerar que tal señorita, atraída por un dinero previsiblemente fácil, actuara por su cuenta y riesgo. En ese caso hubiera sido una traficante aficionada y bastante ingenua. Tan ingenua que estaba pillada. Todos sabemos que el narcotráfico a gran escala está organizado y no funciona así. Nadie ignora que los auténticos responsables del narcotráfico, por desgracia, no ingresan en las cárceles. Por cuestiones de droga, en prisión sólo ingresan algunos camellos. Sea como fuere, el hecho de haber pasado cinco años entre rejas en Tailandia es prueba de que la Sra. o Srta. Mings no era traficante de oficio. Sería muy oportuno que, como señal de arrepentimiento, esta chica escribiese algún día la verdad de lo sucedido para disuadir con una dura realidad a posibles emuladores. En la realidad, me parecería posible su papel de traficante ocasional, pero jamás el papel de heroína que le atribuye en su título por muchos ramos de flores recibidos a su vuelta. Nadie cambia cinco años de su vida por un momento. Sr. Elisa, creo que es usted muy dura y no se ajusta a la realidad del asunto escribiendo en su texto la exclamación achacada a su hijo "¡pero si es una asquerosa traficante!".

Uno, vista tanta manipulación informativa, ya no se cree todo cuanto cuentan en la televisión. Y no se lo cree por no dejarse influir por cuanto oye: Escucha y luego lo razona, aunque en mis juicios también me equivoque, y demasiadas veces. Y en este punto, llego a esa misma conclusión de la televisión: Las cárceles tailandesas son muy duras. La privación de libertad siempre es difícil vivirla. Muy pocas veces la cárcel cumple su auténtica función de rehabilitar al preso para una reinserción. Las condiciones de cumplir una condena son muy difíciles aún aquí en España, mucho más en países como Tailandia. Para afirmar la frase anterior no debemos mirar casos excepcionales: presos políticos, gente influyente, grandes estafadores, o gente con pasta, sino al infeliz que está allí probablemente porque la sociedad no le ha tratado bien. Y las mafias funcionan a sus anchas en la cárcel. Si esto pasa en un país demócrata y transparente, ¿qué no pasará en Tailandia? Sólo Dios y ella saben lo que ha pasado esta chica privada de libertad lejos de su familia.

Usted pone de manifiesto la "cara exuberante" de esta joven. Puede ser cierto. Puedo deducir que últimamente esta chica ha tenido el apoyo y la protección de la Embajada española. "Son como hijas", afirmaba el Embajador ante las cámaras de televisión. Es normal, es su trabajo. ¿Qué no haría usted por uno de sus hijos?.

El tratamiento de la noticia a través de la televisión no ha sido correcto. Este medio busca la propaganda, el sensacionalismo y la lágrima fácil. Lo correcto hubiera sido informar, y punto. No pueden contar las sonrisas de la historia omitiendo las lágrimas. Y eso han hecho. Y lágrimas habrá muchísimas, seguro. Resulta un mal ejemplo para posibles infractores, y además es completamente irreal dar una visión parcial del asunto.

Sinceramente, el problema de la droga me parece de proporciones inmensas: no sólo por las muertes, sino también por el deterioro que produce en las personas. Sin embargo, desgraciadamente, ha caído en el olvido, y no hay voluntad de atacar el problema ni a nivel de atajar las causas que inciden en la demanda ni siquiera a nivel de narcotráfico. En esta hipócrita sociedad una víctima no es igual que otra víctima. Una prueba de cuanto digo es el tratamiento dado al terrorismo, siendo un problema mínimo si comparamos sus víctimas con las de la droga. Lo mismo ocurre con el problema del SIDA, está en candelero por la muerte de cuatro famosos, si fuera por los dos tercios de afectados residentes en el continente africano, la enfermedad se pudriría en el olvido.

Este caso concreto de la Señorita Mings, trate de enfocarlo bajo una visión humanitaria. Esta chica ha infringido la ley, pero también ha pagado su error. Comete la equivocación de juzgarla como causante de la drogadicción, cuando en realidad no pasa de ser una víctima más de la droga. Perdone mis correcciones, pero estoy seguro de que usted escribió su carta en un momento de indignación. Tal vez ya se haya arrepentido de no haber esperado a un momento más sereno para tomar su pluma. De haberlo hecho, hubiera seguido criticando, con razón a la televisión, pero hubiera sido más benévola con la persona.

No tengo ninguna intención de realizar una replica a través de las páginas del periódico. Sería hasta de mal gusto hacer correcciones públicas en asuntos que no me incumben de manera directa y nadie ha hecho alusiones a mi persona. De paso e involuntariamente, mi crítica podría ser entendida por los lectores como dar la razón a televisión, y ni la tiene ni quiero dársela. Otra cosa distinta sería ofrecerle a usted una opinión personal, pero no me es posible enviarle esta carta, pues desconozco las señas de su domicilio. Perdón una vez más por si le hubiera ofendido.



84- HIPOCRESÍAS

Hoy, viernes, 31 de marzo de 1995, en el periódico Diario de Burgos hablan de la polémica (fui televidente y fue de órdago) ocurrida el miércoles de esa semana en la primera cadena de televisión. Bajo el título "Lamentable espectáculo", se refieren en el artículo a lo sucedido en el programa "Nadie es perfecto" emitido dos días antes de la fecha del texto. En el citado artículo se pueden leer las siguientes palabras: "La dirección de TVE ha enviado un comunicado en el que lamenta las desafortunadas expresiones y descalificaciones hacia grupos, ideas y personas que se profirieron en el coloquio sobre el fútbol del programa de Antxon Urrusolo "Nadie es perfecto"".

Yo fui uno de los 2.558.000 telespectadores que, según la empresa de medición de audiencia SOFRES, asistió por televisión a este combate de boxeo sin ajustarse al reglamento. Ese boxeo (además sin reglas), es el mejor calificativo para lo allí sucedido. Como testigo, puedo dar mi opinión de cuanto aconteció. Y, por tanto, además, puedo opinar sobre la reacción de la Dirección de TVE con elementos de juicio: No estoy de acuerdo con sus cínicos lamentos. Aquel espacio televisivo no era ningún coloquio de fútbol como se pretende hacernos ver y creer a los telespectadores. Alguien quiso envolver churras con merinas. Y así salió el envoltorio: un coctel molotov. Debatir de fútbol, en sí, no tiene nada de escandaloso. Para gustos, pintan colores. No descubro en este comentario mi opinión sobre este deporte, porque no viene a cuento tomar partido. La cuestión aquí tratada es otra distinta. La polémica armada en el programa, no fue un hecho casual. La confrontación fue buscada con todo descaro. Y lamentarse de lo que cualquier tonto hubiera podido preveer es pura hipocresía.

Es falta que el Sr. Moncho Alpuente insultara en un libro (nadie sabe a cuento de qué) al Sr. Jesús Gil. Es falta que el locuaz Sr. Gil se expresara como se expresó, sin dejar títere con cabeza. Pero, la mayor falta en todo este embrollo es de quien los reunió y les dio un micrófono ante dos millones y medio de televidentes. ¿Qué esperaba...? Que se besaran... Porque, nada habría ocurrido si estos Sres. liman sus diferencias en la calle o en la barra de cualquier bar. Y en privado, total, ¡como si hubieran querido darse de tortas! Todo normal. Allí, se hubieran podido insultar a gusto, y sus descalificaciones, a quien fuera, no habrían tenido ninguna trascendencia.

¿Pero cuál es la relación de este enfrentamiento con el fútbol...? Ninguna. No hay ninguna. Se mire por donde se mire. Se podría haber encontrado a muchísimas otras personas dispuestas a hablar civilizadamente de este deporte sin cuentas pendientes entre ellos. Y la prueba es la corrección de comportamiento utilizada por los otros dos debatientes: el Sr. Sánchez Dragó y el Sr. David Vidal. Pero no. Descaradamente, aquello no iba de fútbol. Se buscó la confrontación. Y pasó lo que podía y tenía pinta de pasar. Pensar que iba a pasar lo contrario es una ingenuidad. Es como esperar que una tormenta sólo toque a cuatro hojas de determinado árbol sin salpicar al conjunto de arbolado de un determinado paseo.

Y si podía preverse y, por tanto, lo polémica estaba buscada adrede, recurrir al simple lamento es una hipocresía. En el fondo hay una razón de ser para estos hechos. TV se mueve por los índices de audiencia. De eso se trataba, de incrementar con esta confrontación el número de seguidores del programa. Alguien se pasó de listo... y se le fue la mano. Pero, insisto, prever los resultados era algo tan fácil como saber que dos más dos son cuatro.

Sres. de la dirección de TVE, si alguien ha faltado, organizando tal enfrentamiento, césenlo. Pero, lamentarse a secas es una farsa digna del más puro cinismo y fuera de lugar. Por una parte, se busca el guirigay para captar oyentes y por otra, se pide una disculpa con un simple lamento. Lágrimas de cocodrilo. ¡Hombre, no! Seriedad. No quieran nadar y guardar la ropa. En mi pueblo dicen que no se puede, a la vez, tornear las campanas y salir en la procesión...

NOTA: Esta carta se escribió el 31 de marzo por la tarde con idea de enviarla a la sección "Cartas al Diario" de Diario de Burgos. A la hora de cenar, sólo quedaban por efectuar algunos retoques, como una revisión ortográfica y plasmarla en el papel. Por tanto, esperaría al correo del día siguiente. Pero nunca fue enviada. Y me explico: ¡Oh sorpresa! Fue como si me hubiesen oído las quejas y se hubieran aprestado a seguir mis consejos. Lo cual, dejaba a mi carta vacía de contenido para editarla en un medio público. ¿Cómo podía criticar si ya se me había dado la razón. En Diario de Burgos del sábado, 1 de abril, bajo el titular "De patitas en la calle", se podía leer:

"Tenía que ser así. El tropiezo de Antxon Urrosólo el pasado miércoles no tenía más salida que la dimisión. Como quiera que al presentador vasco sólo le quedaba un programa de vida -queremos suponer- ni siquiera se planteó semejante posibilidad. La decisión ha llegado desde arriba. Desde lo más alto. Jordi García Candau le ha puesto de patitas en la calle. Y eso que no se encontraba ese día en Madrid, ni siquiera en España".



85- QUIEN JUEGA CON FUEGO...

(Publicado en Diario de Burgos el 18 de agosto de 1995).

Este mismo mes de agosto se cumplía el 50 aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hirosima y Nagasaki. Se mire por donde se mire, el hecho fue una monstruosidad injustificable. Así es el hombre, un completo enigma. Es el único ser de la Creación dotado de voluntad y capaz de lo mejor y de lo peor: de amar y de odiar. En cuanto al trato con grandes colectivos, el ser humano unas veces se volca en una ayuda humanitaria y otras liquida a cientos de miles de personas por simples cuestiones de odio. Porque eso es la guerra: odio unido por las palabras engañosas de cuatro mequetrefes que se creen salvadores del mundo y sólo conducen al desastre.

Algunos, en el colmo de la hipocresía, atribuyen a estas matanzas en Japón la virtud de poner el punto final a una sangrienta Guerra Mundial. Y lo malo no es decirlo como un acontecer más, como la caída del imperio romano o la dominación visigótica, lo malo es decirlo para disculpar tales monstruosidades. Aun resultando cierto ese dicho, no es de recibo realizar tal afirmación para justificar el desastre en vidas humanas producido por estas mortíferas bombas y sus secuelas. Porque, desde el proceder humano, el fin no justifica los medios. Ni ayer, ni hoy, ni mañana, en ningún caso. Sólo Dios tiene la facultad de escribir derecho con renglones que a los hombres nos pueden parecer torcidos.

El mejor aprendizaje de la historia es conocerla para no repetirla. Este estudio no consiste en quedarse únicamente en el pasado, sino también en dar a los acontecimientos una visión de futuro. No es tanto pronosticar -eso sería absurdo, pues sólo se conseguiría hacernos vivir amedrentados- como prevenir. No es fácil asimilar un aniversario de hechos que nunca debieron haberse producido. Nos es más complaciente recordar sucesos agradables. Por eso, a pesar de la suma importancia en la historia del hombre de la tirada de estas bombas, el aniversario ha pasado casi desapercibido. Es un recuerdo bochornoso. Por lo tanto, no se trata de una conmemoración, sino de extraer la enseñanza positiva de que actos como estos nunca debieran repetirse. Pero, ¡cuidado!, con razón se afirma que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra. ¿Tropezaremos?.

Paradójicamente, coincidiendo casi en el tiempo con el triste recuerdo de este lamentable 50 aniversario, el Gobierno francés ha tomado la decisión de reanudar las pruebas nucleares en el Pacífico. Los castellanos tenemos un dicho que, entre otras, puede servir para esta ocasión:"Quien juega con fuego... se acaba quemando".

El miércoles, día 9 de este mes de agosto, Diario de Burgos nos ofrecía en la página 27 una bonita y elocuente fotografía al respecto de este comentario. Era la imagen del anciano profesor naturalista Theodore Monod, con un cartel colgado del cuello. Estaba protestando contra los ensayos franceses en el atolón de Mururoa. En el letrero, bien claro, en un francés que para ser perfectamente entendible no necesita ninguna clase de traducción al castellano, se podía leer lo siguiente: "La preparation d'un crime est un crime". Yo estoy totalmente de acuerdo con el creador de esa inscripción de protesta.



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