EL TEIDE.
Por Bartolome Poza Expósito,
paciente de Ataxia de Friedreich

Montaña mágica, hija de la naturaleza.
¿Qué secreto guardas en tus entrañas?
Río de ardiente lava...
blanca nieve en tu cara,
revélame el místico misterio.
¿Por qué, siendo fuego por dentro,
eres tan fría y huraña por fuera?
¿Quién te hizo tan salvaje y bella?,
Teide...

Sortilegio de figura...
Arañas el cielo con tu cúspide viva.
De alfombra, nubes de algodón...
Cráteres y laderas rodean tu cintura.
¡Déjame subir a tus ojos de hielo y fuego
para poder ver las estrellas,
desde tu convivencia con el firmamento!
¿Cuéntame cómo son ellas?

Dime si es verdad que, en días claros,
desde tu cima
se ven tus hermanas:
Las seis islas,
y los seis islotes pequeños.

Como una alfombra de zafiros y rubíes,
Tenerife, en la noche,
da luz a tus ojos.
Te levantas en el centro de la isla.
¡Símbolo de esta bendita tierra!
¡Embrujo de la fantasía humana!
Eres el desafío de todos y de nadie.
¡A tu lado me siento tan poca cosa!

Da ganas de morir si no puedo subir.
Eres orgullo de las Islas Afortunadas.
Tenerte a ti es símbolo de grandeza.

¿Qué les voy a contar a mis nietos
si me voy de tu lado sin ver tu cara,
acariciar tu pelo... rodear tu cimera?

¡Ah, una cosa!:
No te enfades nunca.
Ya que de hacerlo,
desaparecerían tus hermanas...
¡Y tú con ellas!
¡Cambiarías de imagen y de forma!

¡No seas arisco y orgulloso!
¡Sólo eres un volcán... dormido!
¡Una esfinge natural... maravillosa!
¡Sí! ¡Ya sé!
¡Pero montaña!
3710 metros.
¡La más alta de España!
¡Con vida...
pero durmiendo!
Hollada por guías, turistas y camellos,
nunca olvides la debilidad de tus entrañas:

¡El más temible de tus enemigos!:
¡El Océano Atlántico!
¡Si te enfadaras,
acabaría contigo
convirtiéndote en cenizas!.
No te despiertes,
mas si lo hicieras,
espero estar lejos de ti ese día.

No puedo darte las quejas
por no poder subir a tu hermosa cúspide.
No ha sido culpa tuya...
ha sido mía:
No medí bien mis fuerzas...
Lo intente...
pero sólo llegué a la mitad.

Quise ver tu pico blanco...
Sólo vi la única flor violeta que medra y lleva tu nombre...
la rica cromática del vasto y silencioso recinto natural.
Vi tus cañadas...
gigantesco circo de piedras,
testimonio vivo de la explosión que originó tu existencia.

La Laguna:
fuente de sabiduría.

Tenerife:
una ciudad para soñar.

El Puerto La Luz...

Olla Fría...

Tacoronte:
edén de todos lo pueblos.

Valle de la Orotava,
en suave descenso,
colmada de plataneros...
huertas feraces...
jardines y caseríos...
hasta la misma orilla del mar.

El aeropuerto de Los Rodeos,
donde me hallo.
Se me hizo tarde.
Es domingo
Estoy en la mili.
De no ser por ello,
seguro que hubiera conseguido ver más.

Con cariño y sin rencor, me despido.
Te quiero, te respeto... te admiro.
¡Hasta otro día bellísima montaña!
¡Quizás, en sueños, seas mía!.

(Barcelona, Mayo del 2004).



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