MI 22 CUMPLEAÑOS: Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 24/08/1960, miércoles: ¡San Bartolomé! Mi santo. Patrono de curtidores carniceros y encuadernadores. Por la mañana, después de levantarme al toque de corneta con la misma rapidez que un gamo perseguido por hambrientos leones, me refugio en la explanada envuelto entre una multitud que, como yo, busca la seguridad de su agrupación. Formamos, pasamos lista, y desayunamos. Me han nombrado para trabajar en el campo de tiro que estamos haciendo. Hemos tenido la visita del coronel que al ver que lo hacíamos con "tantas ganas", nos ha dicho que ya estaba bien por hoy. Son las once de la mañana, y ya estamos libres de trabajo.

Con añoranza, empiezo a recordar los días de San Bartolomé que he pasado en mi vida. ¡Son tan diferentes al que estoy pasando! Nunca lo pasaré como en mi casa. Rodeado de la familia. Disfrutando las delicias del hogar, que hoy está tan lejos está de mí. ¡Cuánto se echa de menos aquello que has tenido, no dándote cuenta hasta que lo has perdido, y más si es la felicidad!. Felicidad. ¡Bendita palabra que derrama ternura por los poros del cuerpo, y el alma se enaltece de dicha! Vale más una pizca que demos de ella, que todo el prestigio personal que perdamos por darla.

No lo estoy pasando mal... durmiendo, y leyendo una novela (ya que mi escueto capital asciende a una peseta. Caudal insignificante para celebrar mi santo haciendo algo extraordinario. Lo más feliz acontecido hoy ha sido tener carta de mi madre, y una tarjeta felicitándome como sólo las madres saben hacerlo... con ternura y cariño, ¡qué es lo más hermoso del mundo, imposible de encontrar en nadie más que en ellas!. Le he contestado poniendo el alma en ello. Dando vida a una cuartilla de papel, saliendo a borbotones todo el cariño que le tengo en cada letra que escribe la pluma. ¡Dios me la guarde muchos años!.

Al rescribir este diario, me he emocionado, y añadido cosas sobre mi madre. Si todo cuanto he escrito tiene valía visto desde el punto de vista personal, no tiene relación con este diario. Por ello, lo reduzco: Dios debió escuchar mis deseos de larga vida para ella. Falleció el 6 de diciembre del año 1998, a la edad de 95 años... en una residencia. "- Madre, sé que hubieras querido permanecer con tus hijos hasta el final de tus días. Tú sabes que no pudo ser. Confiabas en mí, tu hijp mayor... y te fallé. ¡No pude hacer nada por ti! ¡Físicamente, con mi Ataxia de Friedreich, estaba peor que tú! Todos los hermanos teníamos problemas, aunque no tengamos excusa suficiente. La vida viene así. ¡Cuántos errores cometemos! Son los tiempos en que vivimos, madre! Casi a todos nos espera lo mismo... morir fuera del hogar. Pronto nos veremos, madre. 70 años son demasiados para un paciente de Ataxia de Friedreich".

Para celebrar mi santo, me he gastado la peseta que me quedaba en comprar tres cigarrillos, y me los he fumado con deleite. Fernando ha comprado medio paquete de mantequilla, (me gusta con delirio). Lo hemos untado en unos chuscos, haciendo unos bocadillo que saben a gloria, quedándonos satisfechos. Espero que el próximo año, esta fecha sea mejor.

Día 25/08/1960, jueves: Diana. Salimos todos como conejos de la madriguera perseguidos por un podenco... terminando nuestra corta y rápida carrera en la meta, sin un mordisco de los oficiales que nos esperaban, pluma en ristre, para pasar lista. Más tarde el desayuno.. Después, dos horas de trabajo y una de teórica.

Tocan fajina. El mismo ritual de siempre. Formar con las marmitas en las manos, y la teja elevadora esperando impaciente entrar en faena para saciar el apetito, que reclama él estomago.

Más tarde, echo la siesta... despertando cuando oigo los gritos de "¡el cartero!". He tenido carta de mi primo Pedro, felicitándome en el día de mi santo. No le contesto, porque dice que se va a Madrid el día veintisiete, y no le daría tiempo a recibir mi carta.

Un poco más tarde, nos juntamos los paisanos, pasando un rato agradable jugando a las cartas y charlando de todo cuanto nos acontece. Nos comunica el capitán que esta noche tenemos cine.

Hemos cenado pausadamente, pero seguido. A las ocho empieza la función. Todos sentados en el suelo, con derecho a ventilación de aire libre, vemos una película. Ha sido divertida. No recuerdo el título.

A las diez pasamos lista, y nombran el servicio para mañana. Me ha tocado guardia. Con estos pensamientos... y otras prácticas más oscuras que el cuerpo pide hoy... y yo le doy, sin apenas moverme en el colchón por estar bien acompañado, me quedo dormido.

Día 26/08/1960, viernes: Diana. Me levanto. Me visto con el traje de servicio. Parezco un lechuguino que marcha al combate, con el correaje, el mosquetón y la munición que me han dado.

Desayuno, y a las ocho de la mañana hicimos el relevo. Es la segunda guardia que hago. Me ha tocado el número doce. He hecho el primer puesto a las seis de la tarde y el segundo, a las cuatro de la mañana.

Día 27/08/1960, sábado: Me relevaron con el nuevo cambio de guardia. Desayuné la infusión de achicoria, y me fui con Fernando a Las Palmas a recoger unas fotos que se ha hecho.

Cuando subimos, llegamos con tiempo justo a la hora del papeo: garbanzos, y carne en salsa... y, como siempre, higos, de postre.

Termino de comer, y me acuesto en la litera a dormir la siesta hasta la hora de la llegada del cartero. Hoy he tenido tres cartas: Una, de mi hermano Manolo, otra de mi hermana Catalina, felicitándome, la tercera, es de una amiga de Tenerife. He contestado solamente a mis hermanos.

A pesar de encontrarme en la mili, la tarde es maravillosa y apetecible para darse un baño en esta alberca asombrosa e infinita que es la mar. Hemos ido los paisanos al pueblo sin ley a darnos un buen chapuzón. Satisfechos, regresamos al campamento, y le pedimos permiso al oficial de guardia para venir tarde. Nos lo concede.

Bajamos a Las Palmas, y fuimos a la sala de cine "Pabellón Santa Catalina". Hemos visto programa doble por tres pesetas. La primera película "Natalie", y la segunda, "La Dama y el Vagabundo". Han estado entretenidas.

Eran las diez y media cuando salimos. Subimos al campamento. Aliviamos la gazuza de forma particular, aunque insuficiente. Cenamos un chusco con mantequilla. Y me entero de que tengo la segunda imaginaria. José también ha tenido la misma suerte. Escribo en plural porque voy acompañado de los paisanos.

Día 28/08/1960, domingo: Me despertaron a la una menos cinco de la mañana para hacer la imaginaria. ¡Vaya manera más original y temprana de cumplir 22 años, sin tener quien te diga feliz cumpleaños! Pero me lo digo yo: "¡Feliz cumpleaños Bartolomé!". Ya estaba José "navegando" por el campamento de un lado para otro, vigilando el sueño de los demás. Hemos pasado las dos horas distraídas, hablando, en tono susurrante, de nuestras familias, y fumándonos un cigarro. A las tres de la madrugada llamamos a quienes les tocaba la tercera imaginaria, y nos despedimos hasta cuatro horas más tarde, acostándome con más sueño que una marmota soñolienta, hasta el amanecer.

Tocan diana. La estampida, hoy domingo, apenas se nota, ya que los canarios no están, y sólo quedamos los peninsulares, que somos más sosegados porque no nos espera nadie a quien cortejar.

Desayunamos... Después me introduzco en el traje dominguero . Oigo misa, (celebrada por el capellán del Regimiento). Y cuando el cura nos dio la bendición, como no tengo nada que hacer, me voy a dormir. ¡Tengo un sueño que no me tengo de pie!.

A las dos vino el cartero. He tenido dos cartas. Al ver quien me escribía, el corazón saltó de gozo. Las cartas eran, de mi madre, y de la novia. Mi madre me decía que mandaba con los paisanos algunas cosillas para comer y otras golosinas: caramelos, garrapiñadas, turrón... etc. La novia me da ánimos para pasar mejor la mili, y me recuerda el paseo de nuestro pueblo. ¡Que es lo más hermoso y bonito de toda Andalucía! (bueno, soy andaluz y un poco propenso a tirar de largo). Contesto a las dos cartas, poniendo en cada letra los sentimientos más puros que brotan del alma como un torrente de cariño y pasión: manantial de existencia y remanso de mis recuerdos.

A las cinco me voy solo a Las Palmas a echar las cartas. Mis paisanos... el uno tiene servicio, otro está arrestado a no salir en este día, y los demás no tienen ganas. Fernando me da dinero para ir al cine. Mi deseo es ése, pero no me da tiempo de ir a la función infantil, y no me atrevo a quedarme a la proyección de las siete y media de la tarde, por temor a no poder llegar con tiempo para pasar lista, porque me arrestarían. Hoy tenemos de guardia un teniente muy estricto. He estado paseando por la playa "Las Canteras" con dos paisanos de mi pueblo, Jódar, que están sirviendo en Aviación: Antonio, "Piloto" de mote, y el otro, Andrés "El suave", y un amigo de Málaga, que está en Artillería.

Cuando nos despedimos. Me subo con el compañero de Artillería a cenar a las nueve con sus compañeros. Me han dado un chusco y un plato de patatas con carne. Estaba riquísimo. He de decir que en Artillería se come mejor que en Infantería.

Me subo al campamento, y el dinero que llevaba intención de haberme gastado en el cine, lo gasto en comprar media barra de mantequilla. ¡Tengo un apetito que pega tiros!. Pasan lista. Nombran el servicio, y no me mencionan. Tocan silencio... y a dormir.



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