OSCURO OBJETO DEL DESEO: Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 03/09/1960, sábado: Vuelven los recuerdos melancólicos. Hoy hace 8 años que dimos sepultura a mí querido padre. Demasiadas evocaciones tristes. ¡Pero no puedo vivir de ellas! Tengo solamente 22 años recién cumplidos, y ganas de comerme el mundo. "¡Bartolomé, levanta ese ánimo, porque si no, estás perdido!", me digo a mí mismo.

Tocan diana. Soy un pájaro herido por las evocaciones, que apenas puede volar. Me espabilo con el sonido tan fastidioso para todos, aunque quien lo provoque sea un compañero nuestro. Como costumbre, pasan revista. Y me dice el teniente que el lunes me tengo que presentar pelado ante él. No es un arresto, sino una advertencia, ya que puedo salir los dos días festivos. Desayuno. Y, después, como no tengo nada que hacer, me voy en busca de los paisanos para jugar a las cartas, y así matar el tiempo hasta la hora del papeo.

Tocan fajina. No tengo mucho apetito estos días, pero si no hago por comer, sería peor para mí. Hoy tenemos estofado de garbanzos, y carne en salsa, e higos de postre. Y, luego, lo de todos los días, la consabida e inefable siesta.

Ha llegado el cartero. Tengo carta de mi amigo, Sr. Oliva, compañero del curso de telemetría.. ¡Excelente y revoltosa persona! Me manda un retrato personal, y "cinco duros", según dice en la carta. Lo cierto y verdad es que sólo he recibido cinco pesetas y la foto. ¡El billete de 25 pesetas se ha volatizado, transformándose en otro de cinco pesetas! O sea, un duro. Quizás se haya equivocado. Bueno... sabiendo de su cinismo, está claro que es una broma. No pienso contestarle hasta mañana. En estos momentos, me voy a la playa del pueblo sin ley, a bañarme.

Me prestan un bañador, y allá va "Bartolo" camino de la playa. A estas horas tan tempranas de la tarde, apenas hay gente, y se halla solitaria, salvo algún que otro militar.

La mar está tranquila y el agua serena. El calor que hace, invita a bañarse y gozar de la caricia del agua con el suave balanceo de las olas. Todo cuanto acontece a mi alrededor hace posible que me sienta como si un guante de terciopelo acariciase mi cuerpo sumergido en un infinito estanque azul, donde se anegan mis sueños. Estoy en el agua casi una hora, y me encuentro un poco cansado. Necesito el suave y gratificante calor de la arena.

Poco más tarde, veo venir a una mujer guapa... entrada en carnes, pero buena moza, por su apariencia! Cuándo se quitó el vestido y quedó con el bañador, ¡vi un cuerpo! ¡ Pero un señor cuerpo! ¡Qué líneas! La acaricie con la mirada, recreándome un tiempo en contemplar aquel monumento de carnes prietas que invitaban a la lujuria. ¡Sí le das un bocado, te quedas sin dentadura! ¡Faltó poco para que se me cayera la baba de la sensación que me causó! No me vestí hasta que no lo hizo ella. Si por mí hubiera sido, aún estaría gozando de su anatomía, con pensamientos picantes.

Después de este calentón de vista, nos fuimos a Las Palmas a pasear la playa de "Las Canteras", llamé la atención de dos mujeres hermosas. No sé por qué. Imagino que sería por verme, a la vez, con el caqui militar y cara de chavalito. Me causó satisfacción el ser motivo de su interés. Ni corto ni perezoso, me fui directamente a ellas, que, coquetas, empezaron a hacer guiños y menear el cuerpo con ondulaciones provocadoras. Más tarde comprobé que eran ligeras de cascos, o sea, putas. Y se me quitaron las ganas de todo. Aunque hubiesen estado como diosas, no me habrían pillado. Ya tuve una experiencia de ese tipo, en Málaga, y no quiero más.

Me fui con mis paisanos a recordar que era el segundo día de feria en el pueblo, y teníamos que celebrarlo como merecía el evento. Fuimos a una taberna, llamada "El Camello", (cerca de la plaza Santa Catalina) muy visitada por soldados, y "gente de vida fácil". Nos bebimos un litro de vino, acompañado por unas tapas y un plato de tomate con cebolla. Quedamos como el "quico". Por supuesto que se trataba de una fecha especial. Generalmente no podíamos permitirnos el lujo de entrar en los bares. Harto teníamos con poder pagar la entrada del cine... que era de doble sesión y el más barato de la ciudad. Al pagar, nos pareció caro el precio, y discutí con el muchacho, haciéndole ver que no éramos turistas, sino soldados. El resultado fue que volvió a echar la cuenta, y dijo que se había equivocado, y me devolvió cinco pesetas más.

Han pasado muchos años, y tengo que contar sin ningún rubor algo más de cuanto nos pasó en este chiringuito tan famoso en Las Palmas, llamado "El Camello", que, por vergüenza, no quedó reflejada en mi diario, aunque aún lo recuerdo perfectamente:

Una de las tardes que visitamos todos los paisanos "El Camello" (entre otras cosas, bar de cita de putas y maricones (hoy se diría gays, u homosexuales). Se encaprichó de mí uno de estos mariquitas, quizás por mi apariencia demasiado juvenil con relación a los demás soldados, y nos invitó a un litro de vino, y después otro... y otro... y más. Se puso muy cariñoso, y entre vaso y vaso, cantando, me pasaba la mano por la entrepierna, dándome un ligero magreo. Yo le dejaba hacer, aparentando que estaba un poco bebido y no me daba cuenta. Los compañeros, con la mirada, me incitaban a aguantar. En teoría, pudiéramos armar una trifulca entre los cinco en cualquier momento. Yo estaba bien arropado. La práctica era otra cosa. La mili era la mili. Por una trifulca de esta clase, fuera del cuartel, podíamos ser arrestados a 6 meses, o un año entero, de calabozo.

¿Era tonto, el tipo? ¿O muy listo? No lo sé. Posiblemente nosotros estábamos en nuestro papel natural de paletos pueblerinos. El motivo de dejarle hacer era que le habíamos visto un fajo de billetes y pensábamos quitárselos con violencia, y, de paso, darle un baño en el muelle para que se le calmara la calentura. Tentación de tentaciones: enseñar un fajo de billetes a unos reclutas que siempre andaban a dos velas. Llegó la hora de irnos, y pagó toda la consumición. Salimos tras él, para pillarlo en algún solitario. Le perseguimos a través de callejuelas y plazuelas, pero fue imposible darle alcance. ¡Se sabía aquellos andurriales como la palma de su mano, y corría como un galgo!. No pudimos darle un refrescón en el muelle, para que se acordara de los militares andaluces. Le perdimos de vista, quedándonos con tres palmos de narices, y preguntándonos dónde se habría metido? La verdad es que corriendo era un lebrel, y eso que nos doblaba en edad. Yo no corría demasiado, pero mis paisanos sí... sobre todo, Fernando. En realidad, creo que fuimos pececitos que picaron en la caña del marica: Nos enseñó el dinero para tenernos pillados... sabiendo que en el bar no podíamos intentar nada contra él, y fuera, no podíamos competir con su velocidad, sagacidad, y conocimiento de la ciudad.

En fin, ¿nuestro gozo en un pozo? En la juventud, sin pensar, se hacen demasiadas tonterías. Hoy, con 70 años, pienso que escaparse es lo mejor que nos pudo pasar. Así, ahora podemos contar la historia como una anécdota, pero sin quedarnos cargos de conciencia.

Subimos al campamento más contentos que unas castañuelas, hartos de vino de maragalofi (palabra mora que quiere decir de balde, según decía una estrofa de una canción que cantaba mi maestro de trabajo, Rafael Díaz "Carretero" Q.E.P.D.). Había estado en la guerra civil con los moros. Decía así... más o menos, ya que hace más de 50 años que no la oigo: "Fátima, meleja, tú querer chapar, de maragalofi, de maragalofi. ¡De maragalofi con un militar!. La traducción al español decía así... menos o más: "Fátima, guapa, tú querer follar, de balde con un militar". Y así terminó nuestra valiente aventura.


Vuelvo atrás, y sigo: Nos fuimos al regimiento a comer, pasando un rato distraído en el comedor con un muchacho de Málaga, cuyo nombre no quiero citar aquí, aunque sí constaba en el diario manuscrito. Se hacía el tonto, o el atrevido, o desvergonzado, o yo qué sé. Desde luego, tonto no era. El Ejercito jamás hubiera llevado un tonto, tipo subnormal, allí. Le decíamos "enséñanos los huevos". Y, tras hacerse un poco el remolón, enseñaba los huevos, en algún lugar solitario.

Cuando terminamos de hacer por la vida, pensamos en ir al cine todos los paisanos, menos Fernando que hoy no tiene permiso.

Como siempre, entramos en el cine "Pabellón Santa Catalina". Vimos un programa doble: "El beso de la muerte" y "Los ases del volante". Me han gustado mucho las películas. Hoy me ha tocado pagar la entrada de mis tres paisanos. Están sin blanca. O sea, a dos velas. Pronto quedará mi bolsillo lo mismo: limpio como una patena. Dos de ellos, Gil y Flores, ya están casados... y se quedaron dormidos, como marmotas. Al otro le falto poco. Le tuve que decir: "¡José, que te va a dar el sarampión con tanto dormir!". Se espabiló un poco. Sí le dejo, y me duermo también, nos hubieran tocado diana dentro del cine.

Salimos a la una y medía de la mañana. Cuando regresábamos al campamento; nos topamos con una pareja de novios que estaban pelando la pava, disfrutando de su particular agosto en un cortejo reciproco. A los tres compañeros se les quito el sueño rápidamente. A mí, me dio corte espiar una cosa tan íntima, y continué la ascensión, camino del campamento, dejándoles a ellos, viendo lo que se estaban divirtiendo.

Cuando llego al campamento, me ha pasado una cosa entre divertida y seria. El centinela de guardia me dice. "¡Alto! ¿Quién va? ¡España! Contesté rápido!". Me pide santo y seña. "No lo sé", le contesto. Me retiene, y se presenta el cabo de guardia, dejándome pasar.

Anduve apenas tres metros, y me encuentro con el Teniente de guardia, que ha salido al oír el jaleo. Le hago el saludo con unas... buenas noches. Se queda mirándome y me dice. "¿Qué es eso de buenas noches?". Me cuadro ante él, y le pido perdón, diciendo: "Todavía tengo la costumbre de la vida civil". Le hizo gracia, y le provoqué una sonrisa por la forma de decírselo... ¡Eso que tiene mal genio!. Me pregunta en qué cine había estado. Sacié su curiosidad, y me borró del parte.

Y fui a la chabola, cansado y con ganas de dormir, para seguir soñando con las fiestas del pueblo. Así pasó este día tan ajetreado... durmiéndome en un suspiro.



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