MÁS PAISANOS DE JÓDAR: Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 12/10/1960, miércoles: Diana. Hoy es fiesta nacional en España... día de la Hispanidad. Me parece que no hay nada por ser festividad militar. Creo que puede ser una fecha diferente. Craso error de mi parte. Al sonido del trompetero, tenemos que salir por pies, si no queremos ser arrestados.

Desayuno. Y después a leer una novela. Sobre las nueve, viene el cabo primera (alias Fránquestein, por ser el terror del campamento). Sólo con mirarte, ya te ves trabajando. Siempre anda en busca de obreros. Al verlo, dan ganas de salir corriendo. En estos momentos, viene José huyendo de Fránkestein, y me sugiere irnos a Las Palmas.

Tengo la camisa sucia y los guantes también. Pero esto no es obstáculo que no pueda solucionar un soldado con siete meses de mili. Lleno una lata de agua, y semilavo (rocío con agua, y cepillo) los guantes y el cuello de la camisa. Mientras voy a la taquilla a por el traje de paseo y me visto, casi se ha secado todo cuanto he lavado. Aún está húmedo el cuello cuando me pongo la camisa, pero no puedo entretenerme en estas nimiedades, cuando se oyen voces diciendo: "¡Ya llega Fránkestein!".

Salimos poco menos que a corridas, aunque pasando los trámites necesarios... incluida la revisión. Una vez fuera del campamento, me desabrocho la camisa para que se acabe de secar el cuello. Me quito los guantes y les llevo aireándose en las manos, por el mismo motivo. Parecen pequeñas palomas mensajeras blancas, revoloteando. Vamos directamente a la playa de "Las Canteras", que a esta hora temprana está poco concurrida. Son cerca de las once de una mañana bellísima. El sol, con suaves fulgores, apenas dañaba lo hallado bajo su esplendor mitológico.

Paseamos un poco, y nos apetece ir al regimiento, donde está Fernando. Pasamos por un escaparate donde había un vestido precioso, que a José le gustó para su hermana... y a mí para mi novia. ¡Lo preciosa que estaría con él puesto, y lo maravilloso que sería para poder verla!. Todo era ilusión de nuestras mentes llenas de anhelos, por ahora quiméricos y lejanos. Era demasiado caro para nuestros escuálidos bolsillos.

Continuamos hacía el regimiento. Encontramos a Gil y a Flores que están de cocina. Está visto que siempre tenemos que estar juntos. Nada más llegar, Gil me pide dinero para comprar tabaco. Me da coraje que siempre esté con el cigarro en la boca, y le digo que no tengo dinero, ni ganas de comprar tabaco. Frunce el ceño, contrariado, y se va sin decir nada.

Encontramos a Fernando que está al cuidado de los petates. Nada más vernos, le enseño la carta que he tenido de la novia. Él también ha tenido carta de Virtudes (su novia). Como siempre, lo pasamos bien con nuestras evocaciones.

A las doce y media tocan fajina. Me meto en la fila, y cómo en el regimiento. Hoy no tengo ganas de subir al campamento. Hemos tenido ropa vieja, sopa, y plátanos.

Después me acuesto en la sala donde está Fernando. Mientras tanto, José y Gil se entretienen jugando. El resultado es, un cristal roto. No se ha dado cuenta nadie. Nosotros tampoco hemos querido ver nada. Esperemos que no paguen justos, por pecadores.

Vemos al cartero. No tenemos carta ninguno de los cuatro. José y yo pensamos en irnos a Chama, (una barriada fuera de Las Palmas). Montamos en la guagua. El ticket de los dos nos cuesta 1,40 pesetas. Legamos al lugar deseado, pero no bajamos del autobús: Es temprano, y hay poca gente. Continuamos montados hasta que José le da gana de hacer una necesidad. Aquí, con el mismo billete, puedes estar montado sin descender de la guagua, efectuando rotación de ida y vuelta todo el día. Nos bajamos, y José hace sus necesidades. Nos cobran 25 céntimos.. causándome risa ver la cara que se le pone a José. No estamos acostumbrados a pagar por estas cosas en nuestro pueblo.

De nuevo, montamos otra vez en la guagua para ir a la playa "Las Alcaravaneras", que hay un cine donde proyectan dos películas. No podemos entrar, porque el precio de las entradas nos parece excesivo para nuestros bolsillos... y pensamos en ir donde están haciendo la mili otros paisanos. Vamos andando al Cuartel General de la 71 Escuadra de Aviación donde están los paisanos Antonio, Andrés, y Salvador Pastrana (el recluta que se ha incorporado más tarde).

Pedimos permiso para entrar diciendo que venimos a ver unos paisanos. Nos dejan entrar. Hemos visto a Antonio ("piloto"), y a Andrés ("el suave"). Están echando la siesta. Se desperezan, y deciden salir de paseo. Andrés tiene que afeitarse antes, y cuando termina él (como llevo unas pelusillas en la barba) me da un rasponazo. Él está de asistente de algún jefe. Por ello, tiene el privilegio de poder vestir de paisano durante los paseos. Vamos los cuatro contentos de estar juntos y pasar un rato agradable. A Salvador no lo hemos podido ver.

Mis ganas de ir al cine se disipan al no tener dinero ellos, salvo yo. Me parece un despilfarro para mi pobre bolsillo pagar todas las entradas. Andrés tiene que irse para llevarle a la señora del capitán unas novelas (¡toma ya!). Nosotros vamos a la playa "Las Canteras". Paseando y viendo a las bañistas, se pasa el tiempo rápidamente, fumándonos unos cigarros de un paquete que he comprado.

Vamos a una fiesta y a las siete. Antonio tiene que irse, (tiene servicio a las ocho). José y yo, hemos pasado un rato inolvidable disparando con una escopetilla de plomos cuya diana eran caramelos. Hemos chupado azúcar convertida en algodón. Y hemos jugado a los coches de carreras. Entre todo, me ha costado 15 pesetas.

A las nueve subimos al campamento con la hora justa de poder coger la marmita para llenarla de macarrones (que me gustan mucho). Pasamos lista... y a dormir hasta el amanecer.

Día 13/10/1960, jueves: Diana. Paisajes, con figuras, inician la bella aventura de la vida. Es el habitual milagro de un nuevo día. Cual palomas desorientadas que quieren volar, salimos del palomar en desbandada, planeando en la explanada. Pasamos lista. Antes del desayuno, nos aseamos.

Tocan fajina: Malta con leche. Y nos preparamos para el servicio.

Tenemos gimnasia. A continuación, instrucción. Más tarde, despliegue. Terminamos derrengados.

Tocan fajina. Apenas nos da tiempo para lavarnos. Hoy tenemos, paella de arroz, cazuela a la española, e higos.

Termino de papear y espero al cartero. Hoy no me trae noticias de nadie. Me voy a dormir la siesta. Después del reposo, manda el sargento a formar la compañía para limpiar unos mosquetones. Tardamos media hora. Terminamos nuestro quehacer, y me voy a leer una novela, que está emocionante. Las claras del día se disipan dejando paso a las primeras sombras de la noche.

Tocan fajina. Esta noche tenemos patatas con fideos, y carne en salsa.

Cenamos, y me entero de que tenemos cine. Hemos visto la película "Los Rebeldes de Nonvamok". Interpretada por el actor italiano Amadeo Nazari. No tiene nada interesante, salvo el protagonista. Formamos, pasamos lista, y nombran el servicio para mañana. Me ha tocado vigilancia en Las Palmas. Es el primer servicio que haré de esta clase. Me acuesto contento, durmiéndome pronto hasta el amanecer.

Día 14/10/1960, viernes: Tocan diana. Me desperezo vistiéndome a la carrera hasta llegar en un suspiro hasta la planicie donde, a diario, nos nombran con voz estentórea. Al oír nuestro apellido hay que decir: "¡presente!". Nos refrescamos la cara, y tocan fajina.

Desayunamos. La malta con leche apenas ha llegado al estomago, y ya estamos solicitados para la gimnasia. Nuestra compañía tiene hoy despliegue. Yo no hago porque soy de la sección de morteros. Mi amigo Anselmo pretende cambiarme mi servicio de vigilancia, por el suyo que es patrulla volante. Le respondo que me hace ilusión este servicio, y no me apetece cambiárselo. Se queda con el entrecejo arrugado, señal inequívoca de su disgusto.

Tocan fajina. Hoy tenemos garbanzos, chocos, e higos.

Después de comer. Limpio el correaje y espero al cartero. Hoy he tenido carta de mi hermana Catalina. No le contesto por no tener tiempo. Me pongo el traje de servicio para la vigilancia, y bajamos al regimiento. Nos presentamos al oficial de guardia, que nos da permiso y las instrucciones pertinentes.

Salimos dando un paseo por el paseo de la playa "Las Canteras". Esta tarde, apenas se ve a nadie, por la fina lluvia que como un infinito cedazo tamiza Las Palmas, (cosa inhabitual por aquí). A pesar de ello, hace una maravillosa tarde otoñal sin apenas frío.

Encontramos a un amigo canario, que nos invita a medio litro de vino. Después damos otra vuelta, y a las ocho de la tarde vamos al regimiento a comer. Por el camino, encontramos al teniente de vigilancia que iba con su esposa en un coche. Le saludamos, como es preceptivo, dándole las novedades (que no había ninguna). Y nos dio permiso para ir a cenar.

Después del papeo, a las nueve y media de la noche, salimos otra vez. Hacemos un recorrido por el itinerario establecido, y nos metemos en el cine Vitoria. Hemos pasado gratis (los que hacen este servicio tienen entrada libre en todos los recintos públicos donde haya soldados). Hemos visto una buena película: "Busca tu refugio". Se puede ver sin ponerle peros... ¡por el precio que hemos pagado!.

Cuando salimos del cine, vamos al regimiento y me acuesto en una litera por debajo donde duerme Fernando. Le cojo una manta y quedo dormido, pensando que el servicio de vigilancia es estupendo.

Día 15/10/1960, sábado: Siento el toque de diana. ¡Estoy más despistado que un pavo en un garaje! No sé donde me hallo, pero no tardo segundos en ubicarme. Me levanto rápido, y me monto en el coche que lleva el desayuno al campamento. Llegamos sobre las ocho de la mañana. Desayuno la infusión sucedánea de café acompañada con un cuscurrón de pan, y nos preparamos para la revista.

Tocan fajina. Hoy hay garbanzos, carne en salsa, e higos.

Termino de comer, y veo a José que se marcha al regimiento. Yo prefiero esperar al cartero. No me trae noticias de nadie. Hago la siesta... Y, después, me voy con los paisanos. Veo a Fernando, y nos vamos ambos de paseo. José no viene de momento, porque tiene que pedir permiso en el campamento. Estuvimos paseando hasta que vino José a reunirse con nosotros.

A las siete, fuimos al cine "Pabellón Santa Catalina". Proyectan: "El Albergue de la sexta felicidad". Me ha gustado mucho. Salimos a las diez, y pensamos en ir a Chama. Sin embargo, Fernando lo pensó mejor, y nos propuso ir a una taberna que hay frente al regimiento. Era pequeña y exquisita en el trato y en su contenido, ya que su mejor y cuantiosa clientela eran soldados. Nos comimos un chusco por barba, y un platito de patatas con su vaso de vino, costándonos doce pesetas. Las pagó José, que había recibido un giro de cien pesetas.

A continuación, fuimos a una fiesta que celebran cerca de aquí, pero nuestra ilusión se desvanece por la diferencia de ropa: tres caquis. ¡Parecíamos lechugas de diferente tamaño en medio de un huerto de gente vestida con ropa multicolor!

A las once, subimos al campamento. A mitad del camino nos paramos para ver unos fuegos artificiales. Igual que todos. Despiertan en nuestras almas sensaciones de nostalgias vividas. En el fondo, seguimos siendo unos niños, hijos de un pueblo perdido en la distancia. Continuamos nuestro camino, llegando al campamento. Hoy no nos tenemos que borrar del parte. Y cada mochuelo se marcha a su olivo. Hago la cama y me duermo soñando con mi novia.



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