PIDIENDO LIMOSNA: Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 29/10/1960, sábado: Nos hacen levantar a toque de corneta, como cada día. Y, como siempre, tenemos que pasar el control de los mandamases. Desayunamos la malta con leche, que, por estar aguada, más parece un sucedáneo de su nombre.

Hoy tenemos revista de mosquetón, limpieza de campamento, y, por si no fuese suficiente, también tenemos que limpiar el armamento de los canarios que están de permiso. Si he de ser fiel a la verdad, en mí chabola se tiene que limpiar un poco.

Pasa revista el comandante, felicitándonos. Aquí, en la mili, todo se resuelve con felicitaciones y/o arrestos.

Tocan fajina. ¡Bendito sonido! Hoy tenemos pescado con ensalada , potaje andaluz, (eso han dicho... yo, como soy de Andalucía, tengo mi propia opinión: de andaluz no tiene nada más que el nombre), y los inevitables higos.

Viene el cartero. Otra vez me quedo en vigilia de noticias.

Esta tarde tenemos permiso para venir tarde. Salimos Gil, Flores, José, y un servidor, con idea de ir al cine, pero con sólo 5 pesetas, entre los cuatro, en el bolsillo... poco se puede hacer. Espero tengamos suerte y encontremos un amigo "millonario" que nos solucione la papeleta de la estrechez económica en que nos hallamos... para poder adquirir las entradas. Parecemos momias vivientes por nuestro apático caminar y el rostro que tenemos.

Nos paseamos por el paseo de las Canteras. Hoy no hay nadie. Su soledad no deja de ser bella y melancólica: ¡Contemplar las olas en constante marejada como una extensa he infinita estera de agua, donde los oleajes se mueve con fuerza arrolladora, rugiendo desesperadamente!.

Vamos al cine "Pabellón Santa Catalina". Por primera vez no me gusta las películas que proyectan, Tal vez no sea cuestión de gustos, sino de autoprotección por no poder pagar las entradas. Estamos pidiendo dinero prestado. Parece ser que hoy no tiene nadie una perra gorda (diez céntimos). Espero que encontremos algún "capitalista" que quiera socorrernos.

Aunque la cantidad necesaria para entrar al cine no es importante (12 pesetas), para nosotros significa una fortuna. Después de pedir más que las ánimas benditas, por fin, encontramos una alma caritativa que pudo darnos 5 pesetas. ¡Ya nos faltaba menos!.

En la puerta del cine "Victoria", pudimos completar el coste de las entradas para poder acceder a él. Fueron dos soldados de Artillería quienes completaron el presupuesto, dándonos el resto que nos faltaba.

Hemos visto una película muy buena: "Las nieves del Kilimanjaro", Está protagonizada por Ava Gadner, y Gregory Pek.

Salimos temprano del cine. Vamos a ver un circo (que de circo, sólo tiene el nombre), ¡pero como no cobran nada por la entrada! Trabajan en una explanada al aire libre. Aunque no cobran, pasan con una bandeja... y el que tiene voluntad... y dinero, echa lo que quiere. Y nosotros no tenemos nada... ni un céntimo.

A las doce y media termina la función del circo, y subimos cantando y bailando al campamento, alegres y contentos. ¡Sería una treta para tapar la realidad! En el fondo, estábamos preocupados por la vida que se nos presentaba con tal penuria.

Esta noche tengo la tercera imaginaria. Me duermo a las una.

Día 30/10/1960, domingo: A las tres de la mañana, me llaman para hacer el servicio de imaginaria. Me lío en la manta, y en la puerta de la chabola me acuesto de nuevo. Pero el sueño no puede ser tranquilo. Si te pillan, te arrestan. Creo que es una enajenación para los sentidos, dormir lo prohibido, con un ojo entreabierto y el otro... entornado del todo. Rebujado en la manta, con el fresco de la madrugada (penúltimo día de octubre), apenas veo el cielo, y menos las estrellas. Todo es una nube color chocolate, donde no tienes nada más que abrir la boca, y absorber. ¿Dormir? Eso ni es dormir, ni es nada. No vale la pena.

A las cinco menos cuarto, despierto a mi amiguito Anselmo, que le toca la siguiente imaginaria, y me acuesto... durmiéndome.

Diana. Hoy se nota que es festivo, ya que el clarín suena más alegre. ¿O me lo parece?. Pasamos lista...Tocan fajina... Desayunamos... Y formamos para oír misa... lo cual hago con la devoción de siempre.

Tengo sueño, y me acuesto, durmiéndome hasta las doce y media, hora en la que formamos para recoger el pan.

Tocan fajina. Hoy tenemos arroz a la valenciana. No está mal de comer, pero no todo lo bueno que debiera estar. Está demasiado reseco... le falta un poco de jugo. ¡Da igual! No me puedo parar en estas minucias. Me gusta mucho el arroz y me doy una "harta", que me va a crujir el cinto.

Tras la comida, me dejo caer en la cama, y me viene al pensamiento el bautizo que estará celebrando un amigo canario. Me invitó, y no puedo ir por no tener ni una perra chica. Me preparo por si acaso "suena la flauta". Me ducho, me afeito, me lavo la boca... y ya estoy pulcro de todo. La verdad es que parezco un chaval de 15 años. Empiezo por pedir 5 pesetas para comprar un paquete de tabaco, y lo que me sobre poder pagar la guagua... ya que donde vive está un poco lejos de aquí. Hoy no tenemos permiso, y no podría llegar tarde.

Bajo al regimiento para ver a Fernando. Comenzamos a hablar de nuestra conversación favorita (las novias). Nos encontramos tan a gusto, que pasan las horas sin darnos cuenta. Llegan dos compañeros, y echamos una partida de dominó, pero sin interés alguno. Hemos ganado nosotros.

Tocan fajina, y cómo con Fernando en el comedor del regimiento: Patatas con cebolla y pescado con aceitunas.

Subo rápido, diría corriendo, al campamento. Es hora de pasar lista.

Cuando llego, están todos en movimiento. Ha habido contraorden. El teniente de guardia ha dicho que no pasa lista. José, como le gusta tanto salir de paseo, nos dice a Gil y a mí que si queremos irnos con él. Le contestamos afirmativamente, pero antes tenemos que esperar a que nombren el servicio. Para mañana tengo guardia.

Como es tarde y no tenemos dinero, vamos a ver el circo que es lo más barato. Nada más llegar, vemos un número circense malo de calidad, pero ejecutado por una tía imponente. Luce un cuerpo... que pega tiros. Termina su actuación con una salva de aplausos. Y no menos miradas de admiración, entre ellas, la mía. ¡Menudo cuerpo!.

Empieza otro número de una chica aficionada al cante. No lo hace mal, y le aplaudimos a rabiar. La verdad es que no somos un público muy exigente. Será por el precio de la entrada. ¡Y no podían faltar los payasos! Ha sido la actuación que más me ha gustado, riéndome, que es lo que más me gusta: reírme hasta de mi propia sombra. ¡Qué maravillosa medicina para alma y cuerpo!.

De pronto, me agarran y alzan en brazos. Cuando vuelvo la cabeza, veo que es un compañero canario, que siempre va a mí lado desfilando, quien me ha aupado a pulso. Parece que está "un poco mojado por dentro". Me dice que su mujer ha tenido un bebé. Nos lleva a su casa, y nos invita. Después vamos a una taberna con su cuñado, invitándonos también a unas copas de ron. Gil se anima, y canta unas coplillas por flamenco, sobre todo fandangos. Hemos pasado un rato divertido. Me invita al bautizo. Pienso ir, si no surge otra cosa. Nos despedimos, porque la cosa se estaba alargando demasiado.

Subimos al campamento, y me acuesto sin cenar... Esta noche, recordando personas, me da ganas de... Pero, hay algún compañero que aún no ha pillado el sueño, y pienso que es mejor dejarlo para otro día
.



Volver al índice de "Mi pequeño diario".