LA PAGA DE "LAS SOBRAS": Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 07/11/960, lunes: Tocan diana. Allá vamos, como conejos asustados en busca de la madriguera, dispuestos a ser supervisados, con la coletilla de "¡Presente!". Después, de realizar las obligaciones perentorias necesitadas por el cuerpo, tocan fajina. Desayunamos.

Más tarde, a formar para la gimnasia. Hoy la hacemos en el campamento. Cuando terminamos, tocan otra vez a formar todas las compañías. ¡Ha empezado lo que casi teníamos olvidado... el trabajo!. Hoy me ha tocado pico, y después me lo cambian por una pala. Tenemos que hacer una hendidura como carril, para que, cuando llueva, las aguas no se metan en el campamento. En suma, hay que hacer ejercicio.

De nuevo ha venido el comandante a inspeccionar el trabajo realizado. Tocan alto a las doce de la mañana. Voy directo, sin darme tiempo ni para un respiro, a la clase de cabo. Hoy no tenemos al anterior teniente... hay otro en su puesto, Don Carlos. Es una excelente persona, y además muy inteligente. Se ha pasado la clase explicando la lección. Tocan fajina... toque que marca el final del tiempo de clase... y nos tenemos que ir corriendo.

Cuando estamos en filas, dispuestos a recoger la comida, el capitán Parra nos da un breve discurso sobre concepto que el comandante ha extraído de nosotros. Dice que ha sacado una impresión pésima en grado sumo, por la porquería y suciedad que hay el campamento, rodeado de toda clase escombros. Nos ha llamado marranos. Así de claro. Y ordena que esta misma tarde tenemos que dejarlo limpio como una patena.

De comer hay paella, garbanzos con fideos, e higos.

Me acuesto para la siesta, hasta la hora de llegada del cartero. Hoy tampoco he tenido carta de nadie. Gil, si tiene de su padre. Le tengo que escribir la contestación, y ponerle el sobre.

Nada más terminar, formamos para la limpieza, anunciada, del campamento. Ha durado una hora. Cuando terminamos no tenemos nada que hacer. El tiempo transcurre sin novedad, salvo un chapuzón de agua en las duchas para quitarnos la suciedad pillada en la operación.

Esta noche tengo servicio de refuerzo en el campamento. Me ha tocado el último puesto, de cuatro a seis de la mañana. Voy, por ello, a la oficina y me da el furriel diez balas y el machete. Hoy debiéramos tener cine. Espero que así sea, pero observo poco movimiento al respecto. El barracón está lleno de escribientes hoy. No puedo escribir nada por falta de sitio. Espero que mañana pueda hacerlo.

No tenemos cine. Hace una noche de perros. Nos presentamos al cabo primera de guardia para empezar nuestro servicio. Como tengo el último puesto, me duermo hasta las cuatro de la mañana.

Día 08/11/1960, martes: A las dos, me despierto sobresaltado. Es tan fuerte el viento y el agua, que creo se va a llevar la chabola que nos cobija. Pienso en las penalidades que estarán pasando quienes no tengan donde guarecerse.

A las cuatro me despiertan. Hago el puesto dentro de los retretes. Empieza a llover torrencialmente, pero yo estoy bajo teja y medio dormido. A las seis, me semi-despierta el cabo que va haciendo el relevo, y me voy a mi chabola a descabezar un sueño corto hasta la hora del toque de "Quinto levanta".

Diana. Apenas he tenido tiempo conciliar el sueño. Me desperezo en la formación cuando oigo: "¡Pozas Expósito!". El "¡Presente!" que respondo es estentóreo... (como aquél que conducía una reata de mulas Y, cuando las contó, le faltaba una. Volvió, apenado, para denunciar la desaparición. Y le sacaron del error. Era que no había contado la mula en la iba montado). Rompemos filas. Y... la sinfonía de fajina.

Desayunamos. Y a formar para el batallón. El tiempo está revuelto, pero eso a los jefes militares no les importa. Lo mismo te mojas... que te oreas. Y hoy, por desgracia, nos hemos mojado todos, como si fuéramos sopas. Hacia las once y cuarto empezó a llover. Me escurría el agua por el cuerpo, como si fuese las hojas de un árbol bajo una tormenta. Pillamos un camión y algunos nos montamos para resguardarnos de la lluvia. Pero nuestro coronel (el nuevo) siguió impávido... tenía allí su coche y no se montó. Quizás, por dar ejemplo, fue el que más se mojó. Tuvimos que bajar del camión y fuimos caminando bajo la torrencial lluvia. ¡Pero el coronel también fue mojándose, como cada "quisqui". No hubo más remedio que soportar el aguacero.

Tras cambiarme de ropa, quitandome la mojada, voy a la escuela de cabo. El teniente nos da la libreta ya corregida. Por suerte, la mía no tiene falta alguna, y me pone un bien.

Tocan para el papeo. Hoy tenemos, ropa vieja, sopa de fideos, e higos. Me he puesto como "el Quico". Tengo la barriga ladeada. Estaba riquísima.

Hoy tengo la alegría de tener carta de mi madre. Dice que están muy bien, y me echan a faltar. Le contesto a vuelta de correo, como siempre, contándole lo bien que estoy... aunque sea una mentirijilla piadosa, para no tenerla preocupada.

Esta tarde hemos tenido una hora de teórica. En estos momentos, estoy escribiendo dentro del barracón, y cae una gotera muy cerca de mí.

Tampoco la chabola está muy firme. El tiempo sigue malo. Veremos a ver como escapo de ésta. Cualquier noche se nos cae la casa encima. Gracias a Dios, no pasa nada de particular. La noche transcurre sin novedad... salvo el constante sonido del repiqueteo de la lluvia cayendo sobre la lona de la choza.

Día 09/11/1960, miércoles: Diana. Me levanto al compás de la corneta. La mañana ha adquirido de nuevo su esplendor habitual. Aquí, en estas bellísimas islas, casi siempre parece primavera, a pesar que la orografía del terreno sea diferente a la de la península. No queda ni rastro del temporal de anoche. Pasamos lista. Y nos desperdigamos otra vez para lavarnos la cara y hacer otras necesidades que, dicho se de paso, a veces cuesta encontrar sitio, debido a la gran cantidad de inquilinos que somos en comparación con el número de lugares apto para estos menesteres.

Fajina. Hoy apetece la malta con leche acompañada con el cuscurrón de pan, sobrante del día anterior (si no hubieras guardado pan, el líquido deslavaría el estómago). Nada más desayunar, tenemos despliegue. Terminamos a las once y media. Es la hora justa de ir a la escuela de cabo. Esto va mejor. El teniente me ha puesto dos puntos más que a los demás. Pero, voy a escribir y me llevo una desagradable sorpresa cuando compruebo que se me ha perdido la pluma. Y, por contra, otra de alegría: ¡Tengo la suerte de que me dan otra!.

Tocan fajina. Hoy tenemos paella (me gusta mucho), estofado de garbanzos, e higos.

Espero al cartero. No tengo noticias de nadie. Estoy comprobando que ya se están hartando de escribirme. Me da igual. Solamente me interesa mi familia y la novia. Esta tarde tengo poco que contar. Me acuesto, y me duermo hasta la hora de formar para el pan. Después la cena. Pasamos lista. Y a dormir.

Día 10/11/1960, jueves: Diana. Me levanto con la misma rapidez que un gamo, ganando en un santiamén la amplia plazoleta. Pasamos lista. Desayunamos. Y nos preparamos para el servicio. Hoy tenemos ejercicio de tiro.

Hoy no formamos para la instrucción. Subimos al campo de tiro. Me toca disparar de los últimos. Un cabo primera y un sargento, nos hacen dar infinidad de vueltas y medias vueltas con el mosquetón al hombro. Por una falta justificada me han arrestado a hacer una imaginaria: Mandó rodilla a tierra, y se me introdujo el mosquetón por medio del correaje. Por esta tontería me arresta, pero no me ha pedido el nombre. Si puedo escaparme, lo voy a hacer, aunque después me arreste a una semana haciendo imaginarias. Por fin me toca el turno de disparar. He disparado diez balas: cinco de rodillas y otras cinco, tendido. He hecho tres blancos. ¡Qué exagerado! ¡Casi ni Buffalo Bill!. No está del todo mal. No me considero buen tirador, pero tampoco de los peores. Tenemos que bajar al campamento los alumnos, que asistimos, a la clase de cabo.

Terminamos de la escuela. Para mí sigue siendo un juego de niños por lo sencillo de sus temas y por la aritmética básica. Tocan fajina, y tenemos que formar a la carrera para la comida.

Hoy tenemos arroz blanco, pescado, e higos.

Termino de comer, y un poco más tarde me entero de que me han nombrado para servicio de limpieza en el barracón. Está de guardia el brigada de nuestra compañía, que es un "cachondo" . Le gusta la juerga más que a un tonto un lápiz, y dar de vez en cuando "algún que otro tozolón". Por este motivo no nos deja marchar. Esta tarde nos ha tenido formados para pasar revista del petate. Me parece una tontería. ¡Pero él sabrá el por qué lo hace!. Yo creo que es solamente para hacer la puñeta.

Hoy nos pagan las sobras. 5 pesetas. ¡Qué no es paja ni moco de pavo, como dicen en mi pueblo!.


La paga de "las sobras" era de 5 pesetas, cada 10 días. Esta era la moneda. Acuñada en 1957. Tradicionalmente, llamada "duro".

Ignoro si se decía "paga de las sobras" de forma irónica, aludiendo a su nimiedad en contraste con los otros gastos del Ejército (incluida la paga a altos cargos)... o, simplemente era un apocope de "paga de las'obras", que con paso del tiempo, sin ninguna otra intención, había mutado. Lo cierto es que sea "paga de las obras", o "paga de las sobras", sonaba de esta última manera.

Tengo que hacer una reflexión sobre cómo ha cambiado la vida, después de tantos años. Hablar hoy de 5 pesetas suena a chiste. Hoy 6 euros, el equivalente a 1000 pesetas, no es nada. Sin embargo, nosotros hubiéramos pasado la mili en la gloria con un tres o cuatros giros de 1000 pesas. Por cierto, yo, en aquella época, ni siquiera había visto un billete de mil pesetas.

No se trata de juzgar la tacañería de Ejercito en cuanto a la paga de las sobras... ni, mucho menos, censurar a nuestras familias por su pobreza y no enviar giros para nuestros gastos. Se habla de comparaciones. El tema de las cantidades monetarias en cuestión de salarios, durante estos 50 años, ha evolucionado a ritmos vertiginosos. Sí, es cierto, pero no es oro todo lo que reluce: al mismo tiempo crecía la inflación. ¿Hay mas poder adquisitivo? Es indudable. Pero el incremento, a secas, de las cantidades salariales, no es el reflejo de la evolución. Por otra parte, seguimos con la misma injusticia de siempre. Si no todos tienen empleo... hay salarios de miseria (aunque se establezca un salario mínimo interprofesional) y otros muchos salarios imponentes.

Aunque la peseta ha pasado a mejor vida, finalizo con una comparación chistosa: En la actualidad hay en España una decena de futbolistas que cobran una cifra anual superior a 1.000.000.000 de pesetas. O sea: quítesele seis ceros, y con ello hubiera pasado yo una buena mili.

Cuando me dan el chusco, voy a la cantina y me echan en el pan, por una peseta, mantequilla, que hace tiempo no pruebo. Nos enteramos de que hoy sí echan cine. Después de comerme el chusco enterito, vamos al cine. Pluralizo, porque siempre voy con los paisanos. Ha sido una buena película, pero no recuerdo el título exacto.

Formamos. Pasamos lista. Y nombran los imaginarias. Yo no me presento voluntario, como me dijo el cabo primera que me arrestó... porque no me da la gana pagar por un tontería de la que no tengo culpa, aunque me pueda costar caro escaquearme. ¡Si se acuerda que me busque, ya que no me tomó el nombre! Me voy a dormir, que es lo que necesito para el dolor de cuerpo que tengo.



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