EL VALOR DE LAS "RUBIAS": Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 02/01/1961, lunes: Diana. Pasamos lista como todos los días, y me preparo para el desayuno.

Después, vamos al trabajo. El teniente, como a diario, nos pone tarea. Terminamos a las doce. Como le parece temprano, quiere que estemos trabajando un poco más. Percibe que no queremos, al ver nuestra mala cara. Se resigna, porque no quiere quebrantar su palabra inicial, y nos retiramos a las chabolas por orden suya.

A la hora de clase para, cabo me marcho al barracón. Hoy ha sido anodina. Parece que aún dura la resaca de final y principio de año. Como viene siendo habitual, nos salva el toque de fajina.

Hoy tenemos ropa vieja, sopa de fideos, y de postre los tan socorrido higos (aunque no lo mencione, guardándolos, en ciertas emergencias, son ellos los que hacen posible irse a la cama con algo en el estómago). Tengo buen apetito, y quedo satisfecho.

Me acuesto, porque hoy no espero carta de mi familia (las de otras personas son muy escasas). Me duermo, despertándome la dichosa corneta para la teórica.


"Ésta, a 02/01/1960,era la moneda oficial de peseta, acuñada en 1953. Por su color amarillento, vulgarmente, era conocida como "rubia"".

Esta tarde tengo ganas de salir a Las Palmas, para cambiar de aires. Voy en compañía de José. Nos damos una vuelta por el paseo de "Las Canteras". A pesar de la fecha de inicios de enero (en Canarias no parece que estemos en pleno invierno), echamos la mirada, con sana envidia, a la playa, donde vemos "c'a" monumento femenino, que corta la respiración. Con el dinero que llevamos, sin una peseta en el bolsillo, no se pude hacer nada fuera de lo gratuito. Mirar es barato. "Lo verás, pero no lo catarás!".

Subimos al campamento hacia las ocho. Todavía no ha llegado el coche de la comida (más que un coche, es un camión). Apenas me da tiempo a cambiarme de ropa, cuando siento la llamada para el papeo. Esta noche tenemos ensaladilla imperial, y alubias con arroz. Terminamos de cenar, y me fumo un cigarro.

REFLEXIONES:
No parece primordial hablar de un cigarro. Pero recuerdo que nosotros, en aquellos años, en los que un kilo de picadura de tabaco se podía comprar por 25 pesetas, no podíamos comprarlo, y un solo cigarro nos parecía una delicia, aunque el cigarro fuese kruger o tabaco de hebra: El tabaco más fuerte que he probado. Cada chupada era una ventosidad, y no poder respirar en unos segundos. Los canarios, algunos, consumían un tabaco en pasta, que mascaban, y dejaba la dentadura hecha una lástima.

Fueron unos años difíciles. No sólo en la mili, sino a nivel general. Hoy me causa desconsuelo oír que (según algunos) no se puede vivir con 1.200 euros mensuales (unas 200.000 pesetas). Es cuestión de prioridades en el gasto, Estoy seguro de que tales quejicas no has pasado por las penurias que nos tocó a nosotros pasar. Hasta este diario parecen historias de un mundo olvidado (premeditadamente ignorado, diría yo). Y pesar de ser un pasado reciente, parece estar más lejano que la edad media. Y no me refiero la pretensión de querer ignorarlo por cuestiones de ideología política. Ni soy político, ni me da la gana lanzar mítines políticos. Cuento mi realidad: la que me tocó vivir, sin la más mínima opción a elegir. Pero no es eso... se trata puramente de cuestiones sociales. No fui yo solo quien pasó por penurias al ir a hacer la mili a Canarias. Las penurias fueron generales. No escribo más sobre esto, porque me origina vergüenza y lástima esta preparadísima juventud, nacida en la abundancia, que no se atreve ni a echar la vista atrás
.

Un compañero, tras la cena, me ha dado un cigarro. Mientras fumamos, hablamos de todo un poco... principalmente de la licencia, que nos darán pronto (aunque nadie sabe cuándo). Al oír el toque de escuadra, tiramos la colilla, y corremos a formar (por la cuenta que nos tiene... si no, arresto al canto). Pasamos lista, y nombran el servicio. Para mañana no tengo nada especial. Nos comunican que mañana tenemos batallón.

Me acuesto pensando en mi madre y en la novia, como una felicidad del futuro. Sin darme apenas cuenta, me quedo dormido.

Día 03/01/1961, martes: Diana. Pasamos lista. Y esperamos la hora del desayuno.

Después me pongo el pantalón de deporte y el correaje, estando preparado. Llega la guagua de los oficiales, y el coche del comandante. Dan las reglamentarias novedades, y subimos al campo de instrucción. Hacemos unos movimientos de gimnasia, y por último desfilamos al compás de tambores y trompetas, hasta llegar al campamento.

Nada más llegar, me marcho al curso de cabo. Hoy me hace salir el teniente a corregir unas cuentas que ha hecho otro aspirante. Con estas cosas y otras más, pasa el tiempo de clase, finalizando con la entrada del vehículo de la comida en el campamento, y el consiguiente toque para el papeo.

Tenemos de comida ensaladilla a la española, pescado frito, e higos (no los perdono, ya que suelen ser un excelente acompañante del chusco, cuando aprieta la gazuza).

Como de costumbre, me acuesto a dormir la siesta. Me levanto al toque de trompeta. Trabajo. Esta tarde no hacemos nada más que llevar unas piedras de un lado para otro, tapando huecos, para que toda la superficie esté lo más plana posible. Terminamos, y paso el resto de la tarde en hacer (fabricarme) una maleta, con el objetivo de cuando nos licencien no tener que comprar una.

Tocan fajina. Esta noche hay para cenar estofado de carne con patatas. El segundo plato no lo sé, porque no lo cogemos, ya que José ha recibido un giro de 50 pesetas y nos invita a la cantina... donde hay deliciosa mantequilla, carne de membrillo, más otras delicias prohibitivas para nuestros escuálidos bolsillos. Ha comprado un kilo de tomates, y nos lo hemos comido entre los cinco paisanos.

Tocan escuadra. Pasamos lista, y nombran el servicio. Para mañana no tengo nada.

Preparo la litera, y me duermo sin apenas darme cuenta.

Día 04/01/1961, miércoles: Diana. Cuando oigo la corneta, ya estoy despierto (es la costumbre). Llevo cerca de diez meses de mili, y esto produce hábito. Me lavo y preparo la litera como si fuese a pasar revista, desmenuzo en la marmita el pan que me quedó (guardé) anoche, y, cuando tocan fajina, estoy el primero en la fila.

Hoy he tenido que echarle a la malta con leche un poco de gofio con azúcar (está muy bueno). Me lo da un compañero canario, Vicente Sánchez Martínez, de Tenerife.

Después a trabajar. Hoy me ha tocado pico. Lo cuido con "cariño", ya que arrestan a quienes rompan el mango de cualquier herramienta. No quiero castigos.

A las once me tengo que ir para clase cabo. Hoy el teniente, entre otras cosas, nos ha dicho unas palabras sobre la higiene (muy provechosas para algunos compañeros). ¡Hay cada marrano...! Cuando tocan fajina, nos deja ir. Es su obligación. Si no, este teniente... que es un hueso... no acabaría nunca.

Hoy tenemos paella de arroz con carne, garbanzos con fideos, e higos.

Termino de comer, y me acuesto a dormir un rato... pero tenemos que formar para limpiar el armamento, ya que mañana habrá ejercicio de tiro en mi compañía, creo.

Viene el cartero. Tengo carta de mi casa. Mi hermano Manolo me manda una foto suya. Está muy bien.

Terminamos de la limpieza, y tocan teórica. Hoy han apuntado para arrestarlos a los cinco últimos en llegar. Se ve que el oficial de guardia ha echado una mirada al calabozo, y al verlo vacío, se ha propuesto llenarlo. A mí no me ha pillado de milagro.

Terminamos la teórica, y nos llevan a regar los jardines con nuestras marmitas. Me despisto, y me voy a afeitarme (cosa de veteranos).

Cuando salgo de la barbería, voy a escribirle a mí madre, y agradecer a mi hermano el envío de su fotografía. Pienso, que de no me mandarme dinero la familia, pronto no sé lo que va a pasar, sin papel, ni sobres, ni sellos. Es un verdadero problema para mí. Aparte de la compañía de los quintos paisanos, todo mi ánimo en la mili se sustenta en la escritura. Espero que todo se solucione, y no sea nada más que otra anécdota de las muchas que me ha tocado vivir. Dios aprieta, pero no ahoga.

Tocan fajina. Esta noche hemos cenado patatas con pescado, y habichuelas con fideos.

A renglón seguido, tocan escuadra, y nombran el servicio de cuartel (es lo único que tenemos, ya que mañana tiene la compañía ejercicio de tiro).

Hago la litera, y otra noche más a dormir con los angelitos.



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