DEMASIADO TIEMPO SIN CORRESPONDENCIA: Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 21/02/1961, martes: Diana. ¡Maldita trompeta! Su sonido, lo llevo metido el la cabeza, no dejándome dormir tranquilo. La mañana, silenciosa hasta hace uno momento, se vuelve algarabía con los "bellos durmientes", queriendo, en tropel, querer ser los primeros "gallos" en cantar su nombre. Me levanto, y paso lista.

Después de hacer la cama, tocan fajina.

Tras desayunar, van todos al el trabajo. También tocan parte para los arrestados. Me presento al cabo primera, pero en vez de ir al trabajo, me manda a la chabola a coser un saco para el pan, que ha traído el furriel para arreglarlo. Con tal encargo, se me va la mañana.

Tocan fajina. Hoy tenemos para comer cazuela a la española, pescado a la vizcaína, e higos.

Me acuesto. Viene el cartero. No tengo cartas. De mi madre, y de la novia, hace tiempo que no sé nada.

Tocan parte, y me presento con los arrestados. Al trabajo no voy, porque me han encargado coser unas cartucheras.

Cobro las sobras. Son 5 pesetas. Y pago las tres, que tengo de deudas. Compro una peseta de tabaco. La única restante es para el franqueo de una carta que necesito escribir a mi madre, preguntándole qué le pasa para no tener noticias de ella hace más de 13 días. Lo más probable, parece, sea la pérdida de alguna carta.

Hoy, no he salido de la chabola para nada. He pasado el tiempo cosiendo y acostado en la litera. ¡Esto sí qué es vida! ¡A pesar de estar arrestado! Así transcurre el resto de la tarde sin hacer nada, acompañado con la suave luz del día que, palatinamente, va dejando paso a la noche. Ya es preciso alumbrarse por la mortecina luz emitida por el candil de gasoil.

Salgo de la chabola, miro al firmamento, y siento la infinita belleza del cielo, cuajado de rutilantes estrellas. La luna parece una bola inmensa de queso, risueña al recibir la luz del sol, que debe estar en la otra parte de la tierra.

Tocan fajina. Esta noche hay de cena cazuela de fideos con patatas, y carne a la jardinera.

Termino de cenar, y hago la cama. Esta noche tenemos que dormir sin sábanas, porque las han llevado a la lavandería... y no hay repuesto. Como esto mismo lo hacen de vez en cuando, ya no nos pilla de sorpresa dormir sin ellas-

Formamos. Pasamos lista, y nombran el servicio.

Ahora me encuentro en el barracón, después del toque de silencio, escribiendo en mi diario cuantos sentimientos me inspiran el corazón. Tengo un fuerte dolor de cabeza. Me tomo una pastilla. Y me voy a dormir.

Día 22/02,1961, miércoles: Diana. La sinfonía trompetera nos altera, saliendo en desbandada, como las palomas asustadas dejan el palomar, y vamos, como a diario, buscando la tranquila superficie donde pasamos lista. Después de la rutina de todos los días, me aseo, y hago la cama, tocan fajina.

Más tarde, después del desayuno, formamos para el batallón. Subimos al campo de instrucción. Empezamos con la gimnasia. Luego, desfile. A continuación, movimientos de armas. Finalmente, ordenan bajar al campamento, desfilando, con el mosquetón al hombro.

Al llegar, rompemos filas, y nos preparamos para la ducha.

Cuando nos duchamos falta poco para la hora de fajina. Fajina. Todos corremos en busca de la comida, casi sin fuerzas, a causa de la soba que nos han dado con lo del batallón. Hoy tenemos para comer carne en salsa con arroz a la cubana (está el arroz, pero no la carne), estofado de garbanzos, e higos.

Hoy no me acuesto, e, impaciente, espero al cartero por si tengo carta. Compruebo, con desilusión, no tenerla. ¡Qué le voy a hacer! Otro día será.

Tocan parte. Me presento al cabo primera, y le digo que tengo para coser. Me da permiso para hacerlo, en lugar de trabajar con los arrestados. Voy al batallón donde están las cartucheras, llevándome cuatro de las más grandes para darles un repaso... pero, en vez de coser, lo que hago es acostarme, hasta que termina la teórica. Si se enteran, me van a llover los servicios y el trabajo.

Cuando tocan marcha de frente, todo el que puede, se va a Las Palmas, de paseo, o al cine. Yo, como no tengo permiso para salir (aunque no figure arrestado en los partes, obedezco al capitán), voy a una chabola frente a la mía, a oír la radio de un compañero. Se pasa la tarde distraída con música de Canarias. Es donde únicamente tienen alcance las ondas. También se coge alguna emisora de África, pero en una lengua que no entendemos.

Tocan fajina. Esta noche tenemos de cena compuesto de judías, y ensaladilla nacional.

Después de cenar, tocan escuadra. Formamos. Pasamos lista, y nombran el servicio. Mañana tenemos batallón. El motivo de la revista es la visita que nos va a hacer el Teniente General, el viernes. Probablemente, tengamos que pasarla con todo el equipo completo del batallón para maniobras. Ya nos enteraremos.

Me voy a dormir.

Día 23/02/1961, jueves: Diana. Es una música aburrida por lo repetitiva, a diario, para nuestros oídos. Salimos, como equinos, a galope tendido, trompicando con otros, arreglándonos la "albarda", hasta llegar bien "enjaezados" a pasar lista. Formamos. Controlan que somos los mismos de ayer y anteayer, y luego, mandan romper filas.

Después fajina. Tomamos la malta con leche. Y, más tarde, nos preparamos para el batallón.

Subimos al campo de instrucción. Y comenzamos con gimnasia. Después, movimientos de armas. A las once, bajamos al campamento, derrengados, de tanto ejercicio hecho. Creíamos que aquí descansaríamos, pero no. Hay una orden de bajar al regimiento a por todo lo concerniente al batallón de maniobras. O sea: tienda de campaña, morral de espalda, ropa nueva, bolsa de costado, cantimplora. En fin, todo lo necesario de un soldado de infantería en campaña bélica.

¡Todo el equipaje pesa lo suyo! Cuando llegamos al campamento, cerca de una, la lengua nos llega a la cintura.

Apenas nos da tiempo a quitarnos la carga, cuando tocan fajina. Hoy tenemos paella de arroz a la valenciana, cazuela a la española, e higos.

Espero al cartero. No tengo noticias de nadie. Estoy muy disgustado con todos. Quizás se haya perdido alguna carta. Ése es el único consuelo que me queda. Llevo ya muchos día sin saber nada de la familia. Saber de mi madre es lo más esencial para mí, en la mili. En fin, nada puedo hacer por cambiar la situación.

A las tres nos forman para el trabajo. ¡No te dejan ni orinar! Tengo que coser unas cananas para mañana, y me dan permiso para dedicarme a ello, en vez de trabajar con los arrestados. A las cuatro viene el teniente Maqueda. Trae gran cantidad de trabajo. Llevara tiempo limpiar todo cuanto nos han dado. Como vienen tantas correas despegadas, me manda a coserlas todas. Me paso el resto de la tarde cosiendo, hasta la hora de cenar.

Fajina. Esta noc he hay empedrado de judías con arroz, y pescado a la vizcaína.

Cuando termino de cenar, tocan escuadra. Formamos. Pasamos lista, y nombran el servicio. Mañana tenemos batallón. ¡Y fuerte, además!.

Me acuesto, durmiéndome enseguida.

Día 24/02/1961, viernes: Diana. Ha sido una noche infernal. He pasado más frío que un sereno en pelotas. ¡A pesar de ser Canarias, ha caído una escarcha al estilo de la península! Salimos del "iglú", como "esquimales", enrollándonos la ropa al cuerpo, con la misma rapidez que si nos persiguiera un oso polar. Volamos, más que caminamos, para pasar el recuento diario.

Después, fajina. Desayunamos. Hoy la malta con leche está deliciosa... no por su gusto, sino por su cálida temperatura.

Nos preparamos para el batallón. Con todo el pesado equipaje a cuestas, entro en calor rápidamente. A pesar de la fría noche, pronto el sol, con su suave resplandor, vuelve a brotar la primavera en esta bendita isla. Subimos al campo de instrucción. Estamos formados poco más o menos una hora, hasta que llega el General, y pasa revista. A continuación, rompemos filas, y nos preparamos para gimnasia. Cuando termina la gimnasia, nos vestimos rápidamente, y formamos para desfilar camino del campamento. Llegamos extenuados.

Nos duchamos, y tocan fajina. Hoy tenemos braceado de ternera con patatas (la ternera se ha marchado), estofado de garbanzos, e higos.

Como todas las tardes, espero al cartero con impaciencia. Aún no ha venido. Ordenan bajar al regimiento a entregar los petates.

Estamos entregando los petates por orden alfabético. Tengo la letra "P", por mi apellido. Como soy de los últimos, aprovecho esta coyuntura para en busca del cartero. Me dice que hoy tampoco tengo nada. ¿Qué habrá pasado? Bueno, mañana tendré. ¡Por fin me toca entregar lo mío! Cuando estoy en el almacén pasando revista a lo que dieron compruebo, demasiado tarde, que me habían dado una prenda de más (una camisa). En fin, ya no es tiempo de quedarme con ella. Pero nos tienen que dar otra vez el mismo petate, pues ponen en él mi nombre. Espero darme cuenta, y, a la próxima entrega de petates, poder quedarme con la camisa repetida.

Gil y yo, nos juntamos con nuestro paisano Juan Rodríguez Galindo ("Flores"), que está en la cocina, y nos invita. Me tomo una Coca Cola, y un cigarro. Cuando íbamos a subir al campamento, nos pillan a los dos para mandarnos vigilar los petates que han recogido. Tampoco es tan grave: media hora más.

A las seis subo al campamento. Voy en busca de Felipe Alcaraz, para que me dé una peseta de cigarros, hasta que tenga dinero. Me los da de buen grado, porque sabe que pago siempre y pronto. Hasta la hora de fajina, mato el tiempo leyendo una novela, y fumándome, con placer, un cigarro.

Tocan fajina. Esta noche hay de cena compuesto de fideos, y ensaladilla nacional. Terminamos de cenar, y limpio las marmitas.

Tocan escuadra. Formamos. Pasamos lista, y nombran el servicio. Mañana tenemos revista, como todos los sábados.

Me acuesto, pidiéndole a Dios que la noche sea placentera y los sueños dulces como el caramelo. Y me duermo.



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