PLANES DE LICENCIA: Por Bartolomé Poza Expósito, paciente de Ataxia de Friedreich

Día 17/05/1961, miércoles: Diana. Hoy todo está parado en el campamento. La bandera ondea a media asta. El regimiento entero está de luto por la muerte del coronel Don Manuel Mulero Clemente (q.e.p.d). Ha fallecido a las dos de la mañana. Él fue quien firmó mi diploma de telemetría.

Tenemos que sacar del almacén los correajes y mosquetones para desfilar esta tarde, dando escolta al cadáver del coronel. Era una extraordinaria persona, y un militar excelente.

Esta tarde tampoco he querido salir de paseo.

Voy a recoger la correspondencia al regimiento. He subido al campamento 17 paquetes, pero no a las espaldas. Hoy he pillado la subida de un coche de los oficiales. Entrego los paquetes a sus destinatarios. Aunque es poco cuanto me dan de propinas, hoy son muchos. Entre todos, me han dado veintidós pesetas, varios trozos de chorizo, mantequilla, y una invitación extra de un amigo: Antonio Cano Carrera. Ha recibido un paquete, y me había prometido invitarme cuando lo recibiera. Y lo ha cumplido. Yo he puesto el pan, y él todo lo demás. Me he quedado como nuevo de jamón, chorizo, y demás derivados chacineros caseros.

Más tarde, doy una vuelta por las chabolas, para ver quién me quiere dar unos zapatos... aunque estén en mal estado. Ya los repararé, yo mismo. Cuando me licencien, quiero regresar decente al pueblo. ¡He tenido suerte! Al primero que he preguntado, me ha dado unos que iba a tirar. Se llama Luis Tendajillo López. Es gallego, y de mi misma estatura. Me ha dado unos zapatos preciosos. Me los he probado, y me vienen como anillo al "pie". Están un poco estropeados. Pero, después de darles unas puntadas, pegar las suelas que están despegadas, crema y tinte, quedarán como nuevos.

Tocan fajina. ¡Para mí como si tocaran diana! Me zampo medio chusco con mantequilla y azúcar... ¡Y a la cama!.

Día 18/05/1961, jueves: Diana. Me levanto al toque de fajina.

Tras el desayuno, he de hacer otro trabajo para cuando me licencien: acabar con la construcción de las maletas. Le pregunto al cabo de la limpieza (que es el encargado del almacén), si tiene pintura. Contesta afirmativamente. Voy con una vasija, y hago una mezcla de roja, verde, y amarilla... Y a pintar la maleta casera, que me fabriqué hace tiempo con ayuda del compañero Vílchez. ¿Qué será de él en el Sahara?. Toda la mañana la paso con la brocha en la mano. Mis deseos, quedan más que cumplidos, al ver la obra finalizada.

A las doce, me monto en el furgón de oficiales (que hoy va lleno de "estrellas refulgentes" en pleno día), para bajar al regimiento. Lo primero que hago es cobrar la paga de cabo. He cobrado cuarenta y dos pesetas con cincuenta céntimos. Me entero de tener depositadas a mi nombre noventa pesetas más. Este dinero me lo debían de cuando estuve en el hospital, pero no cobraré, hasta que no se lo den al subteniente.

Me encuentro a Felipe que ha venido al regimiento para hacer un examen de escribiente.

Tocan fajina. Hoy tenemos pasta de fideos, ropa vieja, e higos.

Después voy a recoger la correspondencia. Cuando estoy repasando las cartas, compruebo tener una de mi casa. La leo, enterándome de que se encuentran perfectamente, y se han divertido mucho en la romería de San Isidro Fue hace tres días, el 15. Mandan una foto de mis hermanos, Manolo, José, e Indalecio... más el trasero de un burro. Yo ni siquiera me había acordado de esa romería. ¡Cómo es la vida! Aquí pasan los días, viviéndolos sin acordarte tanto de en qué fecha estás, como de contar cuánto te queda para irte. A veces los días pasan rápido, y otras, se hacen eternos. Si hubiese estado en Jódar, también habría participado en tal romería, como lo he hecho desde que era un chaval.

Subo al campamento, entrego el correo al oficial de guardia, y a dormir la siesta. Mientras, los "reclutas", aunque hayan jurado bandera, siguen haciendo instrucción. Cuando sean "padres", harán lo mismo que yo.

Esta tarde he ido a Las Palmas a comprar dos asas para las maletas. Me han costado diez pesetas. Vestido de paisano, con mis zapatos "casi nuevos", parezco el marqués de Villaverde, por lo chulo que me encuentro. Echo al buzón la carta escrita a mi madre, y me paso toda tarde en la playa de Las Canteras, paseando hasta las nueve subo al campamento.

A mi llegada, encuentro a todos los reclutas formados y firmes. Según me dicen, esta tarde, en las duchas, se ha perdido un reloj, y hasta que no aparezca, están así. ¡Vana esperanza! ¡¿Pero cómo va a parecer?!. Alguien lo "habrá cambiado de sitio", como siempre que se pierden cosas en la mili.

Tocan fajina. Yo no voy. Tengo donde hincar el diente. Me cómo medio chusco con queso, y me entretengo en ponerle a la maleta las asas. Cuando las he puesto, me acuesto, durmiéndome en menos que se persigna un cura.

Día 19/05/1961, viernes: Diana. No me levanto hasta el toque de fajina.

Desayuno... y ahora me encuentro igual que casi todos los días: Sin tener nada que hacer... y esperando, tendido en la cama, que transcurra otro día, lo más rápidamente posible. Si me hubieran dicho, cuando estaba en el hospital, la vida que me esperaba, ni jurándomelo me lo hubiese creído. A las doce, llamo al muchacho, para que baje él a por la correspondencia, ya que yo estoy "muy cansado"... de estar tumbado en la litera, claro.

Reparten el pan, y tocan fajina. Hoy hay para comer paella a la valenciana, empedrado de garbanzos con fideos, y plátanos.

Me traen la correspondencia. Hago el apartado por compañías, comprobando que para mí no hay nada. Se las entrego al oficial de guardia, y asunto resuelto.

Esta tarde no tengo ganas de salir. Paso la tarde leyendo una novela. Cada día me encuentro más desilusionado. No se oye absolutamente nada de la licencia. Ya casi me parece un sueño irreal, imposible de hacerse verosímil. Una pesadilla que no me deja despertar, a pesar de estar bien despierto. Pronto hará 14 meses seguidos que llevo fuera de mi casa. Bueno, dejo estas cavilaciones para otro día. Hoy nos van a echar cine después de la cena. Al menos, es un rato entretenido.

Cenamos patatas con chocos, y ensaladilla nacional.

La película no tiene título, o no lo recuerdo, pero está distraída.

¡Otro día menos para la fecha tan esperada! A dormir se dice, soñando, como siempre, con cosas imposibles.

Día 20/05/1961,sábado: Tocan diana... Poco más tarde fajina.

Desayuno. Hoy tengo servicio de cuartel. Hago el relevo, y comienza la estampida con la revista a los canarios que se van a casa de fin de semana. En el campamento quedan, como siempre, sólo los peninsulares, más los canarios que tienen la desgracia de ser analfabetos (para ellos no hay ni paseo).

Baja a por el pan Antonio Rodríguez Rodríguez (que es el nuevo furriel "recluta"). Y a por la correspondencia va el muchacho que mando todos los días. Me quedo acostado sobre la cama. ¡Para eso soy "padre" (padre es un escalafón de veteranía en argot de la mili)!.

A las doce formo las compañías, y reparto el pan. A la media hora tocan fajina. Hoy tenemos estofado de garbanzos, carne en salsa con arroz a la cubana, y plátanos. Ya estoy hastiado de esta comida... y de todas. Tienen un bonito nombre patriotero, pero su exquisitez deja mucho que desear. No es que los cocineros no sean buenos. Quizás sea porque la condimentan en cantidades superlativas, por lo que no puede salir con el sabor apetecible. Sea de una manera o de otra, la verdad es que estoy harto de ellas.

Se marcha mi compañero Caballero, y yo me quedo a mis anchas en la oficina.

Llega el muchacho con las cartas, y me hago responsable de la correspondencia, haciendo la clasificación. La primera carta que veo, es de mi buen amigo Fernando, desde el Sahara. Me cuenta que todos están bien, y con muchas ganas de vernos, estar juntos de nuevo, y, por supuesto, de licenciarnos. Ellos, con motivos más qué justificados por la lejanía y las circunstancias en que hallan. Sin embargo, yo me encuentro solo, y añorando su compañía.

Además, tengo la inmensa alegría de vislumbrar un sobrecito azul con su pequeña forma cuadriculada. Para mí resultan inconfundibles. Sé que traen carta de la mujer de mis sueños: ¡La mujer que quiero con toda el alma!.

Todavía recuerdo aquellos sobres cuadrados, un poco más pequeños de lo normal, y de color azul que usaba Bibiana para escribirme. ¡Es una lástima no haberlos guardado! No podía traer, desde Canarias demasiadas cosas, teniendo solamente una maleta para traer lo imprescindible. Hube de destruir las cartas cuando me licenciaron.

Mi novia me ha escrito una carta, cuya lectura es para sentirse el más feliz de los mortales. ¿Cómo se la apaña el sexo femenino para hacer del masculino esclavo de sus deseos? Dicen, que "dos tetas tiran más que dos carretas". ¡Qué verdad es!.

Contesto a ambas cartas, y me visto de paisano, marchándome a Las Palmas. Lo primero que hago es ir a Correos a echar las cartas escritas al buzón. Más tarde, me junto con dos amigos. Antes de entrar al cine "La Luz", vamos a un almacén de plátanos, y nos comemos dos kilos entre los tres. Con estos aportes calóricos, podemos ver la función de cine tranquilos. Proyectan dos buenas películas: "Los hijos no se venden" (un folletín dramático), y el "Sexto fugitivo" (una cinta del oeste, por Richard Windmark... merece la pena ver a este actor con su media sonrisa sarcástica, que más parece una mueca de demonio, que de ángel... en esta película va de bueno, en otras, no).

Ellos se tienen que salir antes de finalizar la función, porque tienen que pasar lista. Cuando termina la última película, y pone fin (subrayo lo de fin, porque tengo la costumbre de leer todos los participante en la película, aunque luego se me olviden), son las diez de la noche. He de subir a escape y solo al campamento.

Cuando llego: Rodríguez ya ha nombrado el servicio (lo he dejado a cargo de ello). Ahora después de cenar un bocadillo, me acuesto. Antes de dormirme hay pelea: ¡Cinco contra uno!. Y, después, me duermo plácidamente.



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