"Macha y los hipopótamos" - Comentario de texto a dicha creacción literaria de Vicente Sáez Valles, paciente de Ataxia de Friedreich.

Por Josefina Martínez Monteagudo (Fina).

"Reflexioné mucho sobre las aventuras de la jungla y, por mi parte, logré trazar con un lápiz de color mi primer dibujo. Mi dibujo número 1. Era así:

Mostré mi obra maestra a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.

Me contestaron: "Por qué un sombrero podría dar miedo?"

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa, para que las personas mayores pudieran comprender. Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:

("El principito". Antoine de Saint-Exupéry)".

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En algunos cuentos de Vicente, como sucede en las fábulas, los animales hablan. En "Macha y los hipopótamos", es una niña la que conversa tranquilamente, primero con una serpiente y luego con un hipopótamo. Los animales de las fábulas suelen reflejar características humanas, y lo contado tener una finalidad didáctica, a menudo moralizante.

Es conocido que la serpiente representa mucho más que el animal, es un mito que dependiendo de una cultura u otra, puede ser visto tanto de manera positiva, como negativa. En cuanto al hipopótamo -su torpeza, su pesadez, sin dejar de ser simpático-, en este caso, es una cuestión bastante más personal. Vicente y su hermana Cristina fundaron una asociación cultural, el "Equipo Totam de Expresión", a la cual tuve el placer de pertenecer, y cuyo logotipo era un hipopótamo tragado por una serpiente. Un guiño al pequeño príncipe de Saint- Exupéry y su famoso sombrero.

Las cosas no son siempre lo que parecen, y esto no es ninguna fábula. No hay intención de dogmatizar, ni de decir cómo debiéramos comportarnos. Acaso existe una fórmula infalible para acabar con esa extraña sensación de aislamiento que da vivir en una nube rosa, soportando el miedo a nuestra torpeza, sintiéndonos al límite de lo que podemos aguantar, antes que cualquier mínimo suceso nos haga precipitarnos al vacío.

No hay moraleja. Sin embargo, si algo queda claro, es que merece la pena dejar de sentirse tan vulnerable, arriesgarse a compartir, aunque lo que nos espere sea caer al vacío, pues algo ha de morir para que algo nuevo nazca, y dejar de amar no es un elección válida.

"El amor nace donde muere el yo, déspota sublime".

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