"Fotogramas de una arteria moribunda" - Comentario de texto a dicha creacción literaria de Vicente Sáez Valles, paciente de Ataxia de Friedreich.

Por Josefina Martínez Monteagudo (Fina).

"La solera de hormigón que cubre el río Huerva, en el centro de Zaragoza, padece un "alto nivel de deterioro", como reconoce el propio Ayuntamiento, y que obliga a sustituir por completo la estructura en Gran Vía y en gran parte de Constitución. El Área de Infraestructuras dispone desde el día 2 del preceptivo proyecto constructivo para demoler la vieja estructura y tender otra más consistente, pero no hay partida para acometer las obras, valoradas en 9,3 millones de euros, pese a la existencia del fondo estatal de inversiones". (Heraldo de Aragón. de 11-01-2009).

"Es fácil esconder aquello por lo que nos avergonzamos. Sería más fácil enterrar a los enfermos y no preocuparnos por curarlos. Desde luego, es más barato". (Fotogramas de una arteria moribunda).

"Fotogramas de una arteria moribunda" es un relato de un joven Vicente que en 1983 ganaba un accésit en el concurso de relatos "Ciudad de Zaragoza". Una historia sobre el río Huerva en la que no podía faltar Pepejuán.

Que el río Ebro pasa por Zaragoza, es bien conocido por todos, pero no lo es tanto que otros dos ríos, el Gállego y el Huerva, atraviesan la ciudad para ir a morir, uno por cada ribera, a sus aguas. Y aún son menos los que son conscientes de que, cuando pasean por la Gran Vía o el paseo de la Constitución, un río, el Huerva, transcurre bajo sus pies. Soterrado su último tramo desde 1924, la ciudad y sus sucesivos gobernantes se niegan a ver ese "alto nivel de deterioro". Poco parece haber cambiado desde que Vicente escribiera este relato.

En la literatura los ríos suelen representar la vida.. De hecho decimos que "mueren" cuando vierten sus aguas en el mar, o a otros ríos de los que son afluentes. "Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar, / que es el morir, /...". (Jorge Manrique).

Nos resulta fácil identificarnos con los ríos. Pepejuan es un joven, estudiante de C.O.U., y su vida se mezcla un domingo, de principios de los 80, con la vida moribunda de un río, el Huerva, enterrado por una ciudad, Zaragoza. Sus contaminadas aguas, la sangre podrida de un adolescente que intuye que algo "raro" le está sucediendo, -las metamorfosis no siempre son agradables-. Aquello que nadie quiere ver es ocultado, como una enfermedad que avergüenza.

La decisión: suicidarse tirándose desde el puente a un río, sin apenas corriente, que agoniza escondido antes de morir. Sólo "el viejo que lo arregla todo" puede impedirlo. Sólo la conciencia puede agarrarnos a la vida. Lo que se tapa se pudre, se corrompe, y acaba oliendo mal. Ser conscientes de ello es el primer paso para la liberación, destapar lo enterrado y volver a sentirnos vivos.

Son sentimientos muy maduros para un joven, Vicente, que un domingo del 83 paseaba por el parque Grande cerca de ese moribundo Huerva, al que quiso reivindicar en este relato.

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(*) Fina es paciente de distrofia muscular.

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