"Cartas desde mi silla de ruedas" - Comentario de texto a dicha creacción literaria de Vicente Sáez Valles, paciente de Ataxia de Friedreich.

Por Josefina Martínez Monteagudo (Fina).

"Puede ser que la gente, hasta que no es usuario de silla de ruedas, o se encuentre en esta tesitura, simplemente pase; no se forma en valores, civismos o simplemente conocer cosas; además, las autoridades no se preocupan en enseñar. Entonces, nadie imagina la gravedad de las consecuencias que las múltiples barreras arquitectónicas ocasiona, porque cercena la vida de muchos y muchas". (Vicente Sáez).

En estas cartas escritas a periódicos podemos ver al Vicente más reivindicador y luchador contra lo establecido, aquello que se da por sentado que está bien... porque la mayoría no es consciente de los graves perjuicios que ocasiona a los que no tenemos la misma movilidad... las barreras arquitectónicas, el mal uso de los espacios comunes en las vías públicas y edificios.

Afortunadamente, las cosas van cambiando, aunque sea poco a poco. Cada vez, las aceras están siendo mejor rebajadas, pero, todavía, sigue estando vigente el "conato de clasificación de bajadas desafortunadas" descrito en estas cartas con un gran sentido del humor, para intentar suavizar la cuestión, y no hacer más mala sangre... que ya bastante se hace cuando te encuentras con una de esas bajadas en las que literalmente te juegas la vida. Y no es ninguna broma, lo sé por experiencia propia. Me rompí una pierna en uno de los clasificados por Vivente como "a- Badenes chapuceros". Y, a diario, me encuentro con un montón de esas "bajadas desafortunadas", y hasta ganas me entran de cantar la canción del "Río Kway", recordando a Vicente.

Son cartas llenas de la fina ironía de Vicente, con un punto de cinismo. Lo suficiente como para poder soportar con dignidad tantas tropelerías... reírse de uno mismo para hacer más llevadera tanta situación absurda que se solucionaría con tan sólo un poco de interés por hacer bien las cosas, y hacerlas bien desde el principio, pensando en todos los ciudadanos.

Si nadie denuncia los defectos arquitectónicos, si nadie los hace visibles, con su protesta, las autoridades, los ayuntamientos de turno, siguen lavándose las manos... y, muy satisfechos, poniéndose medallas por lo bien que lo hacen todo y la magnífica ciudad que tenemos... sin importarles que, realmente, no es así para todos los ciudadanos.

Gracias a que existen personas como Vicente, que no se conforman, es como las cosas pueden ir cambiando.

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(*) Fina es paciente de Distrofia Muscular, y usuaria de silla de ruedas.

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