"Cuentos de la luna de plata" - Comentario de texto a dicha creacción literaria de Vicente Sáez Valles, paciente de Ataxia de Friedreich.

Por Josefina Martínez Monteagudo (Fina).

"Como el mundo es redondo, el Sol nos deja ver las cosas que pasan con la luz que tiene, que tiene mucha... pero, por detrás, está lo oscuro, donde no llega la luz. Allí, se ven las cosas porque está la Luna. La Luna de Plata, la Luna que da toda la luz de Fantasía, allí se ve todo, porque cuando la Luna es de Plata, se ve lo que pasa y, sobre todo, si alguien te lo cuenta. Si la Luna no es de Plata, no se ve nada, por mucho que se mire". (Vicente Sáez, "Cuentos de la Luna de Plata").

"Cuentos de la Luna de Plata", antes de este relato escrito, fue una obra de teatro. Un grupo de locos, el Equipo Tótam de Expresión, capitaneados por el loco mayor, Vicente, y por su hermana Cristina, la representamos en distintos escenarios a principios de la década de los 90. Tótam era algo más que teatro experimental, o espiral, como le gustaba decir a Vicente. Basado en la Comedia del Arte, (aunque sus clásicos personajes pudieran estar presentes como tal, o no) se aprovechaba de la versatilidad que da la improvisación.

Improvisar no significa hacer lo que a uno le dé la gana. Como en cualquier otra representación, lo que se cuenta, no puede cambiar: (el Príncipe siempre se queda con la Princesa, nunca se casa con la Bruja mala). Cada actor conoce perfectamente su papel en la obra, su personaje, y, por eso mismo, lo que sí puede cambiar, cada vez, es las palabras que emplea o la forma como se expresa, intentando ajustarse al público presente en ese preciso momento. A veces el público se convierte en otro personaje más. La misma obra, cada vez, es diferente.

Se improvisaba, cuando la maldita Ataxia pretendía ganar protagonismo, y había que asegurar más fuerte el atril donde se apoyaba Vicente en alguno de sus divertidos e inteligentes monólogos. Improvisar mil trucos en las entradas y salidas al escenario, para que no hubiera ninguna caída que no estuviera en el guión. Uno de los números de la obra "Similibus" terminaba con Vicente agonizando en el suelo, intentando hablar con un palo de escoba en la boca. Vicente no se dejaba caer, se tiraba al suelo.

Y se improvisaba porque era un teatro pobre, hecho con escasos medios, pero con muchas ganas y talento. En la "Luna de Plata", los actores de carne y hueso compartían escenario con títeres de varilla que aparecían y desaparecían al fondo y por encima del entelado que escondía a sus manipuladores. Títeres, (como no, en un teatro pobre), hechos con desperdicios de la basura. Todo se aprovechaba, el cartón de una huevera, latas de refresco, los mil y un materiales de desecho, todo valía para darles expresión y renacer a una nueva vida. Dar otra oportunidad a aquello que ya nadie quiere.

Cristina, Colombina (**), presentaba la historia sentada sobre una gran luna plateada. El Príncipe-Dragón, la Princesa sin sentimientos, la Bruja mala, y el Hada buena, eran los personajes de carne, y hueso que se movían por el escenario. Vicente (no podía ser de otra manera) era el Rey, y el único personaje de carne que asomaba, de repente, sólo su cabeza, en el espacio en que aparecían los títeres, sorprendiendo y haciendo reír a todos con sus ocurrencias.

Vicente y Cristina fueron el cerebro y el alma de Tótam. Sin ellos, nada de esto hubiera sido posible, y no hubiéramos pasado, ni hecho pasar, tan buenos momentos. En "Cuentos de la Luna de Plata" se encuentra condensada, de algún modo, toda esta aventura, con el humor, a veces un tanto surrealista, de Vicente... para que quien lo lea, pueda disfrutar de la experiencia de volver de nuevo, aunque solo sea por un rato, a la infancia. … Ya se sabe que los cuentos no sólo son para niños.

NOTAS:
(*) La autora de este comentario, Josefina (Fina), es paciente de Distrofia Muscular.
(**) Cristina (Colombina en la obra) también, como su hermano, Vicente, es paciente de Ataxia de Friedreich.
(***) "Segismundo", en este texto, es el pseuddónimo de Vicente Sáez Vallés.