23- El hospital de Villanueva
Por Miguel-A. Cibrián.

En Villanueva de Odra hubo un hospital, construido a mediados del siglo XVII. Ya sé que tal afirmación resulta totalmente increíble contemplada desde el punto de vista de nuestra mentalidad, no ya sólo actual, sino también desde el de quienes vivimos nuestra niñez en la década de 1960. ¿Pero... cómo va a haber habido un hospital en una población de unos 300 habitantes? ¿Pero... si en los tiempos de mi niñez, la gente se moría en su casa, sin saber muy bien de qué moría...? Un simple apendicitis era mortal... lo llaman "cólico miserere"...

Pues sí hubo un hospital... pero nadie intente buscar una explicación racional, porque no va a llegar a ninguna parte... De hecho, éste ha sido del enigma de mi vida: El edificio, tras el abandono de la actividad hospitalaria, lo compró mi bisabuelo, y, heredado de su padre y convertido en vivienda, fue la casa de mi difunto abuelo paterno. Hoy es propiedad de mi tío, Antonio Cibrián.

Escudo de el hospital de Villanueva de Odra. Fotografía de Seve Manrique

Es más, yo he vivido al otro lado de la calle. El escudo del hospital (ése que se ve en la foto rodeado de ladrillos) está frente a la ventana del salón de la casa que mi familia construyó en 1974, y donde he vivido hasta mis 61 años. Mi familia asegura que el escudo es auténtico... que estaba allí, precisamente allí... que la pared moderna de ladrillos se debe a que hubieron de arreglar la anterior pared por amenaza de ruina. Y, además, que estaba colocado sobre la puerta de entrada de hospital... la cual ellos habían cambiado al convertirlo en vivienda... abriendo una entrada por la cara éste (orientación menos fría)... Vale, vale. De acuerdo. Lo entiendo...

¿Pero... puede alguien imaginarse un hospital en cuyo escudo hay esculpido los detalles de una mitra papal, unas llaves de San Pedro, un cáliz, una cruz, y unas vinajeras...? ¿No será, más bien, representativo de una casa parroquial...? ¿Pero... si la casa parroquial estaba (recientemente ha sido derribada... hoy es un solar) en la misma calle...?.

Para mí ésta siempre ha sido la historia de un sí... pero... En mis dudas e intentado salir de ellas, hice una foto del escudo, y se la envié a un historiador, pidiéndole opinión... La respuesta obtenida fue aún más desconcertante que lo de hospital. Me contestó "parecerle un Centro de la Inquisición"... ¡¡Toma ya...!! ¿¡Pero... es que alguien puede imaginarse un enorme Centro de la Inquisición, quemando brujas y ajusticiando herejes, en una pacífica población de unos 300 habitantes...?!.

Poco a poco, aunque haya de hipotizar, voy atando cabos... Según se dice en datos de los archivos parroquiales de Villanueva de Odra referidos al año 1653: Había Arca de Misericordia, (creo que, bajo control parroquial, un arca de misericordia era una especie de almacén para ayudar a los más pobres , y también a sobrevivir ante la hambruna derivada de una mala cosecha), Hermandad de la Vera Cruz (cofradía), de Nª Sª del Rosario, de S. Pedro, y de S. Sebastián, y Hospital.

Deduzco que lo de 'Arca de Misericordia', por la trojes y bodegón anexos, se incluía en las dependencias externas del hospital... En fin, el Hospital era una cofradía o hermandad, bajo iniciativa y supervisión de la iglesia (eso explicaría los detalles del escudo)... Probablemente los terrenos y el capital inicial provinieran de alguna donación, o donaciones, cuyo nombre/s de donante/s no consta/n... quizás la Iglesia, la parroquia, y, por supuesto el concejo, también aportaran a este gran proyecto... Y la mantención de la obra social, salvo los trabajos de los asalariados de concejo, y la aportación de los víveres necesarios, era a cargo de personas altruistas de la propia población.

En el catastro del Marqués de la Ensenada (año 1750) el concejo, entre otros salarios, ahora aquí solamente se citará los referidos al aspecto sanitario y el del maestro (por alusiones posteriores), declara pagar en especias:

·- 8 fanegas de trigo y 4 de cebada al médico que asiste en sus enfermedades a los vecinos de este pueblo, por salario.
·- 40 fanegas de trigo al cirujano por la propia razón.
·- 17 fanegas de trigo al boticario que da las medicinas necesarias para las curaciones.
·- 24 fanegas de pan mediado, trigo y centeno, al maestro de primeras letras, por salario.


En definitiva, mantener un arca de Misericordia, ejercer de centro médico y de hospital, y procurar un plato de sopa caliente a los pobres de solemnidad de la población (en el catastro del Marqués de la Ensenada, el concejo los cifra en cifra en 6), y tal vez a los pordioseros (que mendigaban por amor de Dios) cuando venían de poblaciones aledañas, era un magno y bienintencionado proyecto, pero, a la vez, bastante utópico para una población de las características de Villanueva, sin más apoyo que la caridad y el altruismo... Quizás el proyecto fue demasiado utópico... y dos siglos después del inicio, dejó totalmente de funcionar... No obstante, por su utopía se mide la grandeza de las gentes. Y el tema, hoy tratado, dice mucho a favor de nuestros antepasados casi recientes y su lucha por crear un mundo mejor, pensando más allá de sí mismos.

Hospital Escuela de Villanueva de Odra: (Copiado del libro: “Memoria de los trabajos por la Beneficencia particular de Burgos").
“En 1873 y con motivo de haberse pedido antecedentes por el Gobierno de la provincia, dijo el Alcalde (de Villanueva de Odra) que el Hospital de este pueblo se halla destinado a escuela de niños...
Con vista de esta manifestación, la Junta reclamó la autorización por virtud de la cual se había dado tal destino al establecimiento, relación de las fincas e inscripciones que poseyera y copia de la escritura fundacional...
Después de los recursos oportunos, el Alcalde, en 6 de diciembre, contestó que no existe la fundación, que la casa Hospital era de una Cofradía y que la dedicaron a escuela de niños por no tener otro local para el objeto; que las fincas se vendieron el año 1865 y que no posee inscripción alguna”
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Del citado hospital no queda prácticamente nada: el tejado ha sido totalmente remplazado... dos de las cuatro paredes han sido reconstruidas desde fuera... no existía pared divisoria con la vivienda contigua, y ha habido que construirla, porque sólo había tabiques, y algunas vigas que sostenían el tejado estaban cediendo... la cuarta pared exterior ha sufrido dos remiendos... y el interior, para adaptarlo a vivienda, ha sido reformado íntegramente.

Me queda una duda: sobre si esa citada casa contigua, que también era propiedad de mi abuelo, y donde yo he vivido hasta mis 20 años, formaba parte del complejo hospitalario, como vivienda de algún o algunos asalariados... Los hechos de que no hubiera pared divisoria... de que haya dependencias superpuestas... de que dos de sus ventanas den al corral del hospital... y de que la casa fuera de mi abuelo por compra a una hermana suya... me llevarían a decir que probablemente... ¿¡Pero... y si mi bisabuelo hubiera adquirido el hospital por ser colindante con su casa...?!. Eso ya no tiene respuesta... ni hipotizando siquiera.

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El sello distintivo de la casa del tío Pablo, mi abuelo (antiguo hospital), era el moral: una frondosa morera, que daba grandes moras, de forma continuada y en cantidades incontables, desde julio a septiembre... y hacían las delicias de todos los chavales del pueblo en tiempos en los que pillar un caramelo era casi ciencia ficción... La mancha de mora es bastante escandalosa... y los chavales nos pintábamos adrede. Ya se sabe el refrán: "La mancha de mora, con otra verde se quita".


Por el moral también han pasado los años: Actualmente, está ya moribundo. Nadie se atreve a eliminar este icono.

Mis abuelos: Rufina (1897-1997), y Pablo (1900-1994)... Foto de Miguel-A. Cibrián

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Postdata: Añado un par de comentarios realizados a mi texto, por parte de Javier Ortega, entendido en la materia y nacido en la vecina población de Guadilla de Villámar... Tales comentarios pueden ser de utilidad para clarificar mi presente escrito:

1- Es cierto que en casi todos los pueblos existía un Hospital, aunque no con la función que hoy tienen: Servía para acoger a pobres pasajeros, o, como bien dices, pobres de solemnidad. Estos Hospitales eran regentados, normalmente, por una Cofradía. Solía ser la de La Vera Cruz... y veo que también había esta cofradía en Villanueva... Solía tener esta Cofradía tierras, viñas y un rebaño de ovejas. Con estos frutos y animales se atendían las necesidades de los pobres. Si alguno de ellos, estando en el Hospital, enfermaba, los cofrades, que recibían el título de "hermanos", le atendían. Y si moría, eran ellos los encargados de enterrarles cristianamente.
Fue una pena que estos Hospitales, así como las Arcas de Misericordia, fueran expropiados con las desamortizaciones de Mendizábal a mediados de siglo XIX.

2- El escudo si es curioso. Creo perteneció a un clérigo importante en esa zona... Si te fijas el escudo está dividido en cuatro partes:
1ª - Izquierda superior: se trata de una Cruz Calatrava... luego el clérigo era un Calatravo.
2ª - Izquierda inferior: los símbolos de la Inquisición: la palma, la Cruz, y la espada. El clérigo era Inquisidor de la zona.
3ª - Derecha superior: un cáliz entre dos cirios... símbolo eclesiástico.
4ª - Derecha inferior: las vinajeras... símbolo también eclesiástico
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A continuación pego uno de mis textos, mitad humor, mitad filosofía, escrito en de la década de 1990:

FIJARSE METAS:

En mi niñez, los adultos se reunían las tardes y noches de los días festivos del invierno para jugar a las cartas en casa de mi abuelo. Con mi madre, al igual que otros niños con la suya, íbamos todos los hermanos. A mi abuelo nunca le conocí ir a la taberna: él y el cura eran los únicos jugadores masculinos de aquellas partidas de cartas (mi padre iba a la cantina).

Las personas mayores practicaban sus juegos de baraja en la sala más lujosa de la casa. En estos pueblos castellanos, esta sala citada se llama estufa o gloria. La gloria es una habitación hueca por debajo y que se calienta con paja de cereal o con leña. Este método permite alcanzar temperaturas sumamente cálidas para contrarrestar los rigores climáticos del tiempo invernal... Se trata de un sistema de calefacción derivado del antiguo hipocausto romano.

Los niños no nos sentíamos a gusto en la gloria junto a los mayores. Allí era frecuente: "Niño eso no se hace...". "Niño, estate quieto...". "Niño, eso no se toca...". Y nos íbamos a jugar a la cuadra (establo) donde los animales daban un calor agradable en contraposición a las gélidas temperaturas del exterior en pleno invierno.

La cuadra, con dos columnas en el centro sosteniendo el techo, era una sala muy amplia. Allí había 4 o 5 vacas, además de un ternero, atadas a las argollas de sus pesebres, las cuales no se inmutaban por nuestro griterío de niños, y continuaban, acostadas, con su cansino rumiar: Sin duda, estos animales también aprovechaban el día festivo para descansar: pues varios de ellos eran utilizados como tracción para las labores agrícolas.

En un extremo de la cuadra había un enorme y robusto arca de madera de roble que utilizaban para guardar en su interior el harina que servía de pienso a los animales. El arca era tan robusto que su tapadera, sin miedo a romperla, aguantaba los continuos bailes de varios chiquillos... Desde la parte superior del arca hacía abajo, organizábamos competiciones de salto de longitud. Y marcábamos en el suelo el lugar de llegada con un trozo de cal dura, que servía como tiza de pizarra.

Yo, como era el más pequeñito de todos y creo que ya tenía ataxia, siempre perdía estas competiciones de salto... Un día mi abuelo, después de finalizar el juego de cartas, cuando daba de comer a los animales y soltaba el ternero a mamar, observaba en silencio nuestras diversiones, y, apartándome del grupo, me susurró al oído: "¡Saltarás hasta donde eches la vista!".

Cuando me tocó el turno de saltar, miré lejos y me lancé al vacío con convicción. Funcionó el secreto de mi abuelo. Salté más que otras veces anteriores. Pero... pero había mirado tan lejos que después de posar mis pies en el suelo, mi cabeza salió disparada hacia el lugar donde había fijado la mirada y me rompí las narices.

Aprendí que echar la vista por delante es bueno para superar las propias limitaciones y conseguir metas superiores a las habituales. Sin embargo, hay que tener cuidado y no irse demasiado lejos con la mirada: Porque si nuestra mirada se va demasiado lejos, podemos rompernos las narices contra el muro de las decepciones...